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Mensaje por Gilbert Weillschmidt Dom Ene 16, 2011 8:19 pm

Estaba solo... lo sabía, de nuevo estaba solo. El siempre decía a otras cadenas que "Estar solo es genial", pero... el ya no creía esa mentira. No, ya no.

En su forma habitual de cuervo negro sobrevoló el área de la niebla que tanto había estado frecuentando... por alguna razón, su instinto le había llevado recurrentes veces a ese lugar a lo largo de esos... ¿Días? ¿Horas? ¿Minutos? Daba igual, total... en ese sitio el tiempo no existe.

- "Pero... ¿Qué hay aquí de distinto? Es una zona blanca" - pensó mientras se adentraba en la neblina a alta velocidad. Las cadenas que prendían de su cuerpo comenzaron a sonar descontroladamente.

Demonios... ¿Por qué diablos tenía que entrar a esa zona? sus sentidos nunca fallaban... de seguro había algo interesante para él.

Quizás... ¿dejaría de estar solo? Oh vamos, hasta él sabe que eso es imposible... ¿O no?
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Mensaje por Lovino Vargas Dom Ene 16, 2011 8:46 pm

El italiano se encontraba profundamente dormido, sumido en un profundo sueño... Ése tipo de sueños en los que simplemente no hay... Nada. -"... ¡Lovi~! " -Entre toda esa nada que dominada en su subconsciente, logra escuchar a su hermano, Feliciano, llamándole como de costumbre, provocando que el castaño despertara de golpe. - Hermano tonto, ya me despe---.... ¿Eh?.- Miró el cielo completamente nublado, no logró encontrar ni un rastro del sol, resoplando y restregándose un ojo con el puño derecho. -"Bah~! Que aburrido el día así -Se dijo en su fuero interno, estaba recostado de espalda y rápidamente se sienta de manera torpe.

"... ¿Q-Qué? ¿Qué es todo ésto? ... " -Se sintió un completo idiota al preguntarse lo anterior, ya que ahora sí se encontraba en la real nada. Pudo apreciar la densa niebla, dándole una visibilidad cero del lugar. La piel del chico se erizó, no por miedo, si no que una especie de angustia lo invadía de a poco. Se levantó torpemente, tomándose de los hombros y viendo a su alrededor. Lo lograba recordar el cómo había llegado, sólo se acordó de que estaba con su hermano, durmiendo en el sofá de su casa y de un momento a otro... Estaba aquí.

".... ¡¿HOLA?! ¿Hay alguien por aquí? .... ¡MALDITA SEA!" -Empezó a llamar a todas las direcciones, sólo logró escuchar su voz a causa del leve eco del lugar... Sí, confirmado, se encontraba totalmente solo. No le agrada que la gente lo fastidiara tanto, pero ésto era demasiado. Se arrodilló en el suelo, bajando su mirada. ¿Pedir ayuda? Sacó su celular, pero vió que era completamente inútil en éste sitio. No sacaba nada con gritar, ¿Alguien lo escucharía?... - "N-Necesitaré de un m-milagro... ".- Se decía para sí, completamente desesperanzado.
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Mensaje por Gilbert Weillschmidt Dom Ene 16, 2011 9:44 pm

Ok... ya había sobrevolado el área a lo menos unas tres veces.

- "Nada de nada..." - pensó, desanimado. De verdad había creído que tendría suerte. La blanca ceguera que poseía en ese instante poco le interesó, de ese extraño mundo ya nada le interesaba. Aminoró la velocidad de su vuelo, sus cadenas dejando de sonar tanto como antes. Lentamente descendió y aterrizó en medio de todo ese humo blanco, en medio de esa "nada".

Miró nuevamente por el lugar y, luego de asegurarse de que no hubiera otra cadena cerca, decidió entrar nuevamente a su forma humana. Desplegó las alas en silencio y una neblina negra comenzó a rodear su cuerpo haciendo del ambiente una monócroma combinación de colores.

Sabía que lo que hacía era peligroso para él mismo. Volver a la forma humana dentro del Abyss estaba técnicamente prohibido pues las demás cadenas podrían no diferenciarte de un humano convencional y entonces te atacarían... bueno, ya no era importante. La neblina velozmente comenzó a rodear su cuerpo y, al rato, esta se disipó dejando ver su verdadera forma.

Sus brillantes ojos carmesí estaban algo apagados y su plateado cabello relucía más que en antaño. Su pálida piel, de alguna manera, se veía iluminada a pesar de toda esa neblina. Su indumentaria era la de un caballero en vestiduras normales del siglo XVI. No podía verse a si mismo y... eso le molestaba. No podía recordar como era él mismo... pero sí recordaba, claramente, por todo lo que tuvo que pasar al ser... distinto. Ya no sabía porqué, pero tampoco quería saberlo. Alzó una mano, observandola fijamente... la textura de su piel era la misma... entonces no había pasado tanto tiempo desde su encierro... ¿verdad?

El silencio del lugar fue roto en un instante por unos llamados desesperados. Cerró nuevamente los ojos, intentando concentrarse. - Una voz... - murmuró quedamente. Momento... ¿Una voz?... Y era distinta. Inmediatamente abrió los ojos. - ... Un humano...

Quizás no todo estaba perdido. Esa, entonces, se volvió en su oportunidad para salir del abismo sin fin ni tiempo en el que estaba sumido. A pasos lentos se dirigió al encuentro de este otro ser. En un impulso extraño, sus alas negras decidieron salir desde su espalda, desplegándose en plena forma humana. Cayó de rodillas un instante, le ardía. - Argh... Diablos... - tomó aire despacio y volvió a levantarse, alzando el vuelo para encontrarse con el humano. Sus ojos comenzaron a destellar cuando le divisó entre todo ese lugar.

Sin hacer ningún ruido aterrizó delicadamente y, haciendo otro esfuerzo, logró volver a ocultar sus alas. El otro mantenía su cabeza baja. Pudo sentir, sin siquiera tocarle, toda esa angustia que traía adentro. - ... ¿Estás perdido? - inquirió, terminando de romper el silencio.
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Mensaje por Lovino Vargas Dom Ene 16, 2011 10:28 pm

Ya no lograba sentir su cuerpo, ya parecía que le habían dormido los brazos de tenerlos tan aferrados y se limitó a quedarse en la posición que estaba. Su angustia crecía y crecía sin poder contenerla por mucho se que consolara en su fuero interno... Porque... ¿Qué sacaba con hablar en voz alta? Quizás después se sentiría que se estaba volviendo loco o algo por el estilo.

- Q-Quiero volver... Quiero volver... A casa.... - Decía en voz baja, ya sentía que de tanto hablar en su fuero interno se estaba ahogando en su mente. ¿Estaba llegando a la locura al fin?. El temeroso chico empezó a temblar, ya su angustia empezaba a convertirse en miedo y desesperación. Su expresión era nula, la "sorpresa" , si se podía llamar de alguna forma, era tanta que no le dio para mover alguna facción de su rostro. Empezó a recordar de a poco... A su hermano, chillando o llorando por alguna razón tan infantil... En su abuelo, no de la mejor forma, pero era mejor que pensar en nadie más.... Los tres, charlando, riendo, tomando vino o comiendo algo, Lovino enojado como de costumbre... Pero... Aquellos recuerdos le traían alguna especie de... Calidez... Claro, a cambio de más angustia. ¿Esta soledad iba a terminar alguna vez? Sentía que el tiempo era infinito, aunque hubiera pasado aproximadamente unos 20 minutos en los que despertó y se dio cuenta de donde estaba parado.

- Quien sea... Ya sea para salvarme... O matarme... Que aparezca alguien... Quien sea.... -Seguía rogando, como si alguien estuviera al frente suyo para que le cumpliera dichosa petición. No pensaba subir su rostro... ¿Para qué? ¿Para seguir viendo la nada y sentirse más insignificante de lo que ya se sentía?... Ya no sacaba nada, era hora de despedirse de todos esos seres queridos... ¿Alguien se habrá dado cuenta que el chico no estaba en casa? ... Se imaginó a todos en casa... sin él... Todos buscándolo o preguntándose por el castaño... A Feliciano llorando, nuevamente. No sabría como reaccionaría su abuelo, así que se limitó a no pensar en él...

Así se pasó por mucho rato, tratando de esperanzarse un poco, sumido en sus pensamientos... Hasta que sintió la grave voz de alguien... - "Genial, ya escucho voces, ahora sí estoy perdido".- Se dijo en su fuero interno. Lentamente comenzó a subir su rostro... Efectivamente, había alguien al frente suyo... Un chico alto de tez tan clara como su cabello y ojos de un rojo intenso. La sorpresa fue tan grande que el chico se sobresaltó, bueno, mejor dicho, saltó hacia atrás de la sorpresa chocando de espalda contra el suelo, se trató de levantar apoyando la palma de sus manos en el suelo, mientras seguía temblando y veía a ajeno con sus ojos muy abiertos de la sorpresa.- Ugh... ¿Eh? CHIGIII~! ..... ¡¿Q-Q-Q-Quién e-eres?! A-Ah... -No quería que el pánico lo dominara, pero al parecer ya estaba lo suficientemente asustado que ya quizás ni le sorprendía. La verdad es que habría respondido algo como "¡No me digas! ¿En serio? ¿Ves a alguien más al rededor? ¡Imbécil!" ... Pero sus ánimos no estaban del todo "buenos" como para reaccionar de la habitual forma en la que vivía.
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Mensaje por Gilbert Weillschmidt Lun Ene 17, 2011 1:00 am

Una leve risita escapó de sus labios. Efectivamente, era un humano... uno bastante asustadizo por lo que podía ver y sentir. ¡Ha! Ya había pasado un tiempo desde que se había sentido tan superior. Al oír sus atemorizados "chillidos" y preguntas entrecortadas no pudo evitar sonreír de lado.

- ¿Quién soy? ¿O qué soy? - le miró desde arriba fijamente al percatarse que, tembloroso, el otro hacía lo que fuera para levantarse. Como un murmullo pequeño, comienza a hablar - Soy una cadena... uno de los seres que habitan este mundo... del cual comienzas a ser parte, para tu desgracia. - se agachó un poco para alzarle de un brazo y levantarle.

En su mirar se podía ver una inconfundible curiosidad pues, con su perfecta visión, examinaba la "inusual" vestimenta que traía el chico, muy diferentes a las propias. Volvió a alzar la mano, esta vez para tocar la ropa en la zona del hombro ajeno, sintiendo la textura de la misma entre sus dedos. A pesar de todo esto, su rostro mantenía una inusual seriedad - ... hm... Al parecer has caído desde otra época... - alzó su mirada haciendo que esta se encontrara con los ojos del otro, inmediatamente percatándose de la peculiaridad que poseían en su iris al parecer bi-colores. - Pero eso no importa ahora... ¿Quieres volver a tu hogar? ¿Es lo que más deseas? puedo sentirlo... - subiendo ambas manos tomó el rostro del menor mientras le miraba fijamente a los ojos. Solo con hacer eso podía sentir y saber lo que pensaba él.

En su mente pasaron como flashes de luz varias imágenes de otro chico muy similar al que tenía al frente ¿Posiblemente su hermano? Aunque eran bastante borrosas y no podía verlas con claridad, sí podía sentir los sonidos.

- ... Ah... Italiano. Nunca he estado en Italia... debe ser un bello sitio. - comentó aún mirándole fijamente. Cerró los ojos un instante, rompiendo el contacto visual, para continuar con lo que hablaba previamente - Decía... vas a quedarte atrapado en este sitio toda la eternidad, no podrás huir... y si tienes suerte sobrevivirás a que otras cadenas te coman... aunque~ terminarás siendo una de ellas si eso ocurre. - lentamente le soltó el rostro, sintió su desconcierto y otro tumulto de cosas más que comenzaban a bullir en el interior del más bajo. Se alejó de él un par de pasos.

Si el otro estaba tan desesperado como lo pensaba, entonces le iba a seguir mientras caminaba. A medida que avanzaba prosiguió su parlamento - Conozco una manera para que puedas escapar, pero tienes que firmar un "contrato" bastante especial. - se detuvo - Y tienes que firmarlo conmigo.

No volteó a mirarle. Entre ambos comenzó a situarse una densa neblina que, con su avanzar, hacía que la corta distancia entre ambos pareciera infinita. Quizás eran solo siete metros que había entre ellos, pero la niebla hacía que parecieran algo más que densas ilusiones creadas por el humo.

- ... Por cierto... ¿Cual es tu nombre?
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Mensaje por Lovino Vargas Lun Ene 17, 2011 3:32 pm

En un momento a otro, sintió que el albino se estaba burlando de él, pero no prestó más atención a dichoso pensamiento, ya que se trataba de concentrar en lo que decía el otro... -"¿"Qué soy"? ¿Estará tonto él o qué?". - Se comentó en su fuero interno. Después de un rato, pudo calmarse. Curiosamente, los intensos ojos del chico le traían una especie de paz, casi perdiéndose en ellos, el italiano admitía que eran bellísimos pero eso provocó que se sonrojara un poco y desvía por unos segundos su vista, pero su curiosidad por éste sitio era tan grande que no le quedaba otra que mantener contacto visual con ése tipo para así prestarle atención... Quizás podía pasar algo más, no sabía con claridad... Sólo se mantuvo "tranquilo" con la idea de que al parecer sus ruegos habían sido escuchados por Dios... O bueno, por cualquier persona... Correspondió la mano del otro, aferrándose con fuera al ajeno ya que sintió que en un momento a otro iba a caerse o algo, sus movimientos se habían vuelto algo torpes a estas alturas.

Observó cómo el otro tomaba parte de su ropa y la veía con ... Extrañeza. - "¿Qué tendrá de raro una simple camisa?" - Se preguntó mientras fruncía algo el ceño. Su vestimenta era bastante simple para él: Una camisa blanca y unos jeans casi negros algo gastados, nada del otro mundo... Pero claro, rápidamente veía la ropa del otro... Eran curiosamente... Antiguas... Se puso a pensar en un momento que éste chico había llegado a este sitio también como él, la diferencia es que habría sido hace bastantes años, en fin, dejó de darle importancia a eso. Alzó su vista y se encontró nuevamente con los ojos carmesí, sonrojándose un poco y parpadeando por la sorpresa. Normalmente, lo habría empujado lejos de él, pero... Algo se lo impedía, aquella intención no le nacía al italiano.

Volvió a prestar atención a la situación en la que se encontraba... ¿"Cadena"?... ¿"Este mundo"? ... ¿Acaso todo esto no era... Algún sitio de la Tierra?. Lovino no entendía nada de nada. - ¿Q-Qué? P-Pero entonces dónd----... . -Hubiera seguido hablando, pero detiene su pregunta al sentir las finas pero firmes manos en su cara. Su corazón empezó a latir rápidamente. ¿Qué iba a hacer? La corta distancia que tenía con el mayor lo estaba poniendo algo nervioso. No entendía muy bien lo que hacia... Primero éste tipo encuentra una persona perdida como el castaño... ¿Y ahora esto? ¿Invadiéndole el metro cuadrado del italiano como si nada? ... Y siguió preguntándose... ¿Por qué no le molestaba?. Aun así, siguió escuchándolo y por sobre todo mirándolo, sorprendiéndose del comentario del otro.- ¿Cómo sabes que vengo de Italia? Insisto... ¿Quién eres? ... ¿Por qué---...?. - empezó a preguntar rápidamente, y dudó de que le hubiera escuchado, ya que éste le atropelló con su voz mientras seguía explicando. No sacaba nada con seguir preguntándole el "por qué" de todo si el albino iba a seguir hablando, así que se limitó a callarse y a fruncir cada vez más el ceño y abrir sus ojos de la sorpresa.

Aún no se podía creer lo que escuchaba, parecía esas películas de fantasía en las que el protagonista cae en una dimensión paralela y cosas así de raras. El chico no pensaba ser una de esas "cadenas" de las que hablaba... Si ni siquiera sabía con exactitud lo que eran, a parte del hecho de que eran "criaturas de éste mundo". Las manos del otro se alejan y reacciona a los pocos segundos a darse cuenta. Notó como cada vez se alejaba más de él... Estaba apunto de perder su oportunidad de regresar a su mundo. ¿Un contrato? No tenía ningún lápiz a mano y no veía que el otro llevara dichoso "contrato" en sus manos. ¿Y si no era el tipo de contrato que estaba pensando?. En fin, casi sin pensar, siguió caminando para no perder de vista al mayor mientras seguía hablando, hasta que finalmente se detuvo y preguntó por su nombre.

- ... L-Lovino... Lovino Vargas. - Respondió rápidamente, pudo sentir un extraño silencio después de responderle, dándole una especie de seguridad de que podía seguir hablando.- ¡Hey! ... E-Este... No entiendo exactamente que es todo esto... Las cadenas y todo eso... Claramente esto NO es normal y no es un lugar común y corriente... ¿Dónde estoy exactamente? Y... ¿Por qué sabes tanto de mí si nunca he cruzado palabras contigo?... Hasta ahora... Ni siquiera te he visto antes. ¿Me dirás acaso que tienes superpoderes ahora? Ehehe... Ahora sí me volvería loco si me afirmas eso. - Se toma parte de su desordenado cabello con la mano derecha tirando un poco de éste. Trató de tomarse esto con alguna especie de humor, aunque el ambiente no lo acompañara... ¿Y si todo esto era un mal sueño? Claro, era una posibilidad, le había caído mal algo que comió y después se tomó unas copas de vino, sería normal soñar este tipo de cosas tan raras. Siguió caminando hasta quedar a unos dos o tres pasos del mayor, se sentía de alguna forma seguro con él, pero... ¿Por qué no le molestaba su compañía? Le molestaba estar con su propio hermano... ¿Pero con él no?. - A propósito... ¡No es justo que sepas todo de mí como si nada! A-Al menos... Dime tu nombre. - Le exigió, como si tuviera alguna superioridad sobre él... Claramente NO la tenía. La verdad es que se había escuchado como una petición, pero no era esa exactamente la intención.
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Mensaje por Gilbert Weillschmidt Lun Ene 17, 2011 7:29 pm


- Uhm... - fue lo único que murmuró al oír el nombre. Cerró los ojos en silencio, esperando a que continuara.

Tal como se lo imaginó, una lluvia preguntas y palabras, sorpresa. Apenas acabó decidió responder, uno a uno.

- Bueno... - profirió un pequeño bostezo de aburrimiento mientras se volteaba a verle. Con sorpresa se percató de que estaban a menos distancia de la que había pensado, mas no se mostró sorprendido en lo absoluto. Se llevó las manos detrás de la cabeza, posándolas sobre la nuca mientras miraba hacia el vacío que había arriba, pensativo. ¿Para qué voltear la mirada a otro sitio? bien sabía que todo se vería igual... exceptuando si veía al frente. - ... A ver... ¿por donde comienzo?... - bajó la mirada para ver al otro chico nuevamente. No sonreía en ese instante - Lovino, estás en el abismo... - empezó a hablar mientras bajaba los brazos para cruzarlos sobre su pecho, en una actitud más que despreocupada. - ¿Qué es el abismo? El abismo (mejor conocido como "Abyss") es un sitio bastante abstracto. No es ni el cielo ni el infierno... y sus moradores no están muertos, por lo que puedes ver. - una sonrisa ladina se posó en sus labios - Pero sí, son criaturas extrañas... - calló un instante antes de seguir - Además... solo los seres vivos pueden caer aquí. - ladeó un poco la cabeza, observándole con más detenimiento. No tenía raspaduras ni heridas. Eso quería decir que cayó por "mera casualidad" y no porque fue arrastrado... "Que suerte tienen algunos" pensó en ese instante, medio celoso.

Él, a diferencia de algunas cadenas del lugar, había sido atrapado por un grifo en plena noche. Esta misma cadena le había exigido realizar un contrato y él, siendo tan terco como era en ese entonces, se había negado. Al hacerlo, esa misma "bestia" le había atacado dejando varias cicatrices en algunas partes de su cuerpo... tuvo suerte de seguir "vivo". Se escondió bastante tiempo en distintas zonas del abismo, llegando a memorizarlas completamente, siempre evitando ser encontrado por las cadenas pues nunca quizo depender de alguien más para salir y menos de una criatura... cruel ironía. Ahora él era la criatura... y dependía desesperadamente de un contratista para poder salir.

Salió velozmente de sus pensamientos para proseguir - Este sitio no tiene tiempo, por lo que podrías quedarte la duración de tu vida y ni cuenta te darías. - pensó en algo más que agregar y al encontrarlo continuó - Digamos que estás en el purgatorio, solo que dios no decide tu entrada o salida. Un accidente o una cadena decide si entras y la salida... la decides tú, junto a otra cadena. Ahora, la siguiente pregunta. - una nueva sonrisa de superioridad se plantó en sus labios - No son "superpoderes" o lo que sea que hayas dicho... Son habilidades que se me confieren al ser uno de estos seres que ya te he mencionado con antelación - descruzó sus brazos para alzar una de sus manos y, con esta, pokearle la frente con un poco de fuerza - Con solo tocarte o verte a los ojos puedo saber lo que sientes de verdad... y puedo leer algunos trocitos de memorias de tu mente, nada muy claro. Supe que eras italiano por el acento que usabas para hablar con tu hermanito. - su sonrisa adquirió algo así como la sensación de burla o de risa, pero poco le duró.

De la nada abrió los ojos con suma sorpresa y su expresión se contrajo en una de dolor. Buscando apoyo puso ambas manos en los hombros ajenos, presionándolos con algo de fuerza. Agachó la cabeza mientras comenzaba a emitir pequeños quejidos. Desde su espalda comenzó a salir nuevamente una neblina negra que comenzó a extenderse a su alrededor. Cerró los ojos con fuerza, sintiendo un fuerte ardor desde la base de la columna hasta las vértebras cervicales mientras las nubes de humo negro comenzaban a elevarse, adaptando una extraña forma.

- A-Agh... - finalmente, aquella insípida niebla tomó forma, permitiendo ver un par de alas negras que salían desde la espalda del albino. Sin dejar de apoyarse en el otro, alzó su rostro nuevamente. Mirándole ahora de una manera un tanto más suplicante, respiraba con pesadez. - Es-escúchame con atención... dentro del abismo estoy obligado a tener mi forma de cadena. Como me ves en este instante puede que dure muy poco. La única manera de que puedas salir, es que firmes ese contrato conmigo mientras esté en esta forma. Las exigencias son pocas y tampoco son difíciles... lo único que quiero es salir de aquí como tú. - sabía que de seguro se veía patético, con los ojos entrecerrados aguantando ese dolor mientras hablaba casi atropelladamente. Sintió vergüenza de si mismo. - Te pregunto una vez más ¿Quieres salir? Pues esta es la oportunidad... ¿Quieres ser mi contratista?
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Mensaje por Lovino Vargas Mar Ene 18, 2011 12:48 pm

Se sobre saltó un poco cuando el mayor se dio vuelta, bueno, en realidad se lo esperaba, pero aun así la presencia de aquel era... Extraña. Nunca había visto una persona así, ni tampoco se lo esperaba, mucho menos en una situación como esta. Ya un poco más tranquilo empezó a escucharlo con atención mientras éste le daba la explicación de casi todo. En el momento en que le dijo "estás en el abismo", los ojos del chico se abrieron considerablemente de la sorpresa, casi de una forma inocente... - E-El... ¿El abismo?. - Dijo casi en voz baja, no valía tanto la pena gritar si estaba a poca distancia del otro. Ahora comenzó a cuestionarse... "¿Por qué estoy aquí? ¿Habré hecho algo malo como para merecerme la estadía aquí?", no había hecho nada como para merecerse una cosa parecida, en fin, dejó de pensar en aquello y prestó atención a las palabras del albino. "Pff, y habla todo esto como si fuera algo normal... Cuando NO lo es" se dijo nuevamente en su fuero interno. El hecho de que hablara de todo eso, mientras lo observara de forma despreocupada, lo encontraba casi tragicómico, "Cómo es capaz de habar todo eso tan a la ligera? Parece que el loco es él, no yo", y era cierto, no se le movía ni un pelo, no se sorprendía ni nada. Quizás, pensaba el italiano, que éste tipo haya pasado tanto tiempo en el Abyss que ya le era tan normal, "Que triste eso..." se comentó nuevamente, bajando un poco el rostro. Pero le duró muy poco porque le devolvió la vista cuando se había callado finalmente.

"Quizás como habría llegado hasta aquí..." se preguntó con una extraña curiosidad, pero no quiso preguntarle, ya eran demasiadas las preguntas que le hacía al pobre que ya tal vez lo estaba sofocando. Nuevamente, la voz del mayor se hizo presente para seguir explicando el extraño sitio, Lovino pensó que era un lugar increíble, "¿Cómo un lugar así existe como si nada... Y... Nadie sabe de ello?" se dijo nuevamente, de alguna forma, se sintió afortunado al conocer dichoso lugar, pero claramente no era un lugar simpático como para ir de vacaciones o visitarlo porque a uno le da la gana por ejemplo, por lo que debía salir ya de esta.. Dimensión. Era increíble todo aquello, insistió en la idea de que fuera un sueño, pellizcándose el brazo y la mejilla... Pero nada. Pensó en abofetearse, pero no le daría una impresión al otro. Llegó a hablar del tema de sus "poderes", casi avergonzándose de haberlo dicho de esa forma, sonrojándose nuevamente. "¡Claro! Era lo más obvio ¿Cierto?, pff! Que lea mi mente como si nada" se dijo, pero... Evitar aquel privilegio del otro le era difícil, los ojos de él de alguna forma, te obligaban a verlos, así de hermosos eran. Pero se sobresaltó nuevamente por el hecho de que pudiera ver a su hermano.- ¡N-No te metas con mi fratello! - Le gritó, aunque sabía que no sacaba nada con gritarle aquello ¿Qué ganaba? Si de todas formas seguiría con dichosos poderes y ocurriría de nuevo, si es que volvía a ver al albino. Pero al menos sus palabras tenían algún sentido... "¿Quieres volver a tu hogar? ¿Es lo que más deseas? puedo sentirlo...".

Se asustó al ver la expresión del otro, ¿qué le habría ocurrido? Automáticamente, tomó los antebrazos del mayor, básicamente con la intención de empujarlo y gritarle "¡Quítate de encima!", pero lo volvió a pensar cuando tenía en su control al otro, y decidió corresponderle aquel apoyo que necesitaba. Frunció el ceño y lo miró rápidamente con preocupación, de alguna forma, dejó su orgullo de lado y se concentró en el otro.- ¡Oye oye! ¡Respóndeme, por favor! ¿Te encuentras bie--.. - No completó la oración, porque vió fugazmente una extraña neblina que resaltaba entre la demás, era oscura y se encontraba en la espalda del albino. ¿Era aquello lo que le traía dolor?- ¿Qué es esto? ... ¿Qué es esto? - Repitió varias veces en voz alta para sí, estaba claro que no se daría el tiempo el otro para que le respondiera. De a poco, aquella neblina tomaba una extraña forma, trató de tomárselo con "normalidad" pero era demasiado extraño como para que no le llamara la atención. Aun así se concentró en el otro, moviendo con fuerza los brazos del otro como para que reaccionara y acercando su rostro hacia él. Lo angustiaba un poco que actuara así, y además se sentía de lo más incompetente ante el mayor, ¿Qué podía hacer para que su dolor terminara?

Finalmente, de la espalda del ajeno aparecen una enormes alas negras, desprendiéndose de estas unas pocas plumas igual de oscuras que toda esa neblina y alas. Alzó su vista levemente para verlas, realmente el chico se veía como... Un ángel caído. ¿Y si eso era finalmente? Una especie de ángel que vino a salvarlo de ésta eterna soledad... Quizás... Pero sus pensamientos pararon en seco cuando el otro le dirige su vista nuevamente, notando que ahora sus rostros estaban a cortísima distancia. El corazón del italiano nuevamente empezó a latir con fuerza y su respiración se hizo levemente entrecortada. Fijó su vista en los suplicantes ojos carmesí... ¿Qué sería lo que quería decir? ¿Cómo sería su otra forma? La verdad es que temía mucho averiguarlo, así se limitó a escucharlo nuevamente. Primero quería tranquilizar al otro de alguna forma, no sabía como. Miraba a todas las direcciones leve pero rápidamente a la vez, buscando alguna solución. Hasta que finalmente se hartó y suspiró de forma pesada, accediendo al "contrato".- ¡De acuerdo, de acuerdo! ¡Acepto! Seré tu.. Contratista... - Comenzó a temblar levemente al decir todo aquello. ¿En qué lío se estaría metiendo ahora? No sabía con exactitud, pero si todo eso lograba que volviera a la normalidad su al rededor y calmaba al lastimado pero bello ángel... Estaba bien.- P-Pero... Última pregunta por ahora... - Bajó su rostro un poco algo asustado para luego subir su rostro con algo de valor y dirigirle su sonrojada vista al mayor.- ¿Q-Qué... Qué es lo que debo hacer?

No tenía vuelta atrás. Estaba apunto de salir de esta agonía como lo había pedido. Le estaría completamente agradecido al albino si lograba salir. Pero la duda aún lo invadía... ¿Qué tenía este tipo... Que no le quitaba la vista ni por un segundo... Cuando podía éste inspeccionarle sus profundos y escondidos sentimientos al italiano?... ¿Por qué no le importaba?... ¿Será que le tenía plena confianza a alguien por primera vez?. Tenía que ser muy especial esa persona para que el italiano reaccionara de la forma que lo hacía, tan comprensivo, atento y sobre todo... De alguna forma... Amable o sensible con él. No despegó su vista al otro, tratando de imaginarse el dichoso contrato del que hablaba... En fin, dejó que el destino hiciera de las suyas ahora... Como lo estuvo haciendo todo este tiempo.
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Soledad en la niebla... ¿Tal vez no? [Privado: Lovino Vargas] Empty Re: Soledad en la niebla... ¿Tal vez no? [Privado: Lovino Vargas]

Mensaje por Gilbert Weillschmidt Miér Ene 19, 2011 12:34 am

Soltó un suspiro, verdaderamente aliviado al oír la afirmativa del menor; sin embargo, su calma se redujo nuevamente al sentir el fuerte dolor que volvía a molestarle. Extiende las alas, intentando reducir el ardor con ello. Bate las mismas levemente buscando como acomodarse antes de volver a hablar. Por dios... ¿Cuándo sería la última vez que sintió tanta incomodidad y molestia? Quizás alguna batalla durante algún instante de la guerra que cursaba cuando fue atrapado, quizás cuando le atacó el grifo... ya no estaba seguro. Cerró los ojos un instante, eligiendo sus palabras antes de poner en claro las demandas de su "contrato".

- Primero que todo... aceptar las... cláusulas - respiró profundo para luego volver a soltar el aire suavemente. Por fin había podido conseguir ignorar el dolor un tanto. Con su mano derecha comenzó a buscar la izquierda ajena, entrelazando sus dedos con los suyos.

- Número uno... tienes que prometerme que cuando salgamos... me permitirás estar cerca de tí, en cualquier circunstancia. - le mira fijamente a los ojos, intentando leer lo que sentía y, si podía, lo que pensaba. Su mirada se desvió rápidamente a las mejillas ajenas, notando el sonrojo, mas no dice nada. Vuelve a mirar a los ojos verdosos del italiano. Luego pensó en su primera cláusula. Nada del otro mundo, lo que él quería esa mantener a alguien a su lado. Vagamente podía recordar que cuando era más pequeño le decían demonio, fantasma y entre otras cosas, seguido, le apedreaban… ¿Sería que había nacido en una época donde la gente era muy cerrada de mente? ¿Habría cambiado aquello con el pasar del tiempo? Mil preguntas cruzaron su mente. Inconscientemente acerca más su rostro al ajeno.

- Segundo... - aprieta un poco el agarre de su mano, perdiéndose un instante en los ojos de Lovino. Su mente comenzó a divagar nuevamente… ¿Era su idea, o comenzaba a pasarle muy seguido en su presencia? - Segundo... – repitió levemente – quiero que mantengas en secreto mi identidad como cadena... nadie, nadie debe enterarse. Y tercero... - lentamente fue alzando su mano izquierda hasta tocar la mejilla del menor. Todo ese contacto le era necesario. Tenía que estar seguro de que el otro no le mentiría o algo así solo para salir de ahí. Varias veces habían intentado engañarle con lo mismo... El mundo, tan corrupto. No quería volver a pasar por cosas así.

- - cierra sus ojos, pensando lo que iba a decir - … No quiero que me odies… por ser tan diferente… - bien, ya había impuesto sus exigencias. Soltó un quejido un tanto más fuerte al sentir nuevamente el punzante dolor, esta vez por todo su cuerpo… debía apresurarse o si no acabaría transformándose y, si eso pasaba, no podrían sellar el contrato. – A c-cam…bio … - murmuró, aguantando todo ese ardor y toda esa incomodidad que sentía por todo su cuerpo – Te ofrezco… protección para ti y para quien quieras además de confianza total. C-Comprensión si necesitas ser escuchado y consejo cuando desees oír la opinión de alguien más… - dijo todo velozmente, y aún así intentó hacerlo lo más comprensible posible. Al cabo de un rato, cuando pudo aguantar nuevamente todo ese dolor, prosiguió.

- ¿Seguirás al pié de la letra la pauta que te he establecido, Lovino Vargas? – abre sus ojos, mirándole fijamente – ¿O irás un paso atrás?... te lo advierto. – sus alas oscuras comenzaron a cerrarse alrededor de ellos, como si haciendo aquello pudiera hacer que solo él le oyera, como si le estuviera contando un secreto… pensar que estaban solos en aquél lugar. Afiló su mirada un momento mientras bajaba el tono de su voz, casi susurrante. Su apariencia había adquirido una inquietante forma sombría y oscura - …El mentir durante la creación del contrato o el quebrantar todas las reglas a la vez te puede traer de vuelta al abismo… ¿Estás seguro de que cumplirás?... – acaricia levemente su rostro, tratando de sentir lo que el otro sentía, tratando de pensar como él.

Todas las preguntas que había hecho tenían su razón. Una vez había tenido la… ¿Suerte? De encontrar a otro humano en los laberintos. En el contrato había exactamente las mismas cláusulas y el otro asentía, desesperado, sin embargo, pudo leer claramente en sus pupilas el pensamiento que no quería ver: “Cuando salga de aquí me desharé de aquél ser extraño… así me evitaré las molestias”. Sinceramente, aquello le había dañado. El humano no solo estaba quebrantando las cláusulas así… si no que también le había mentido.

Lo último que recordaba era que le había dejado en ese sitio… probablemente ese humano se había convertido en una cadena, o quizás otra cadena le encontró y le sacó de ahí. ¿Quién lo sabe?

Cuando salió de sus memorias pudo percatarse de la cercanía que tenía con el otro, esta era casi nula… bah, ¿y qué importaba? Para sellar el contrato se requería una cercanía así en todo caso, pero... algo le decía que en ese instante iba a ser distinto...

¿Acaso sería que el chico le provocaba una extraña sensación de confianza? ¿Qué tenía él que le permitía tratarle distinto?... Lo más "normal" en el sería el haberse burlado, luego haberse comportado como si fuera lo más genial de todos los universos (y el lo era y lo sigue siendo) y finalmente proponiendo el contrato... Bien, si todo resultaba como pensaba, quizás podría averiguar la razón.

- Entonces... ¿Sellamos el contrato?
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Mensaje por Lovino Vargas Miér Ene 19, 2011 10:03 pm

Estaba atento a cualquier condición que pusiera el albino, tenía entendido que un contrato consiste en diferentes cláusulas o condiciones, por lo que estaba decidido a cumplirlas a como de lugar... Aunque se arrepintiera en el camino, pero... Algo le traía la seguridad de que estaba correcto lo que hacia, que no se echaría para atrás, por mucho que en estos momentos estuviera muerto de miedo.... Miedo de que... No viera futuro ni pasado... No le importaba ya el cómo había llegado a dichoso Abyss y... Lo que pasaría si salía de aquí, lo vería después.... Si es que salía... Nuevamente lo miró preocupadísimo cuando se retorció de dolor. El italiano quería que todo parara, que su dolor se detuviera y la angustia de éste mismo se desvaneciera... Debía cumplir dichoso contrato al parecer para que todo ello ocurriera.

Y como se lo esperó... Cláusulas... Suspiró pesadamente, esperando atentamente a lo que dijera, sólo se limitó a asentir con la cabeza rápidamente... Después de que el mayor tomara su mano. Aquella mano temblaba y al sentir el contacto y la presión que ejercía el otro, correspondió casi como un impulso innato, deteniendo su temblor de a poco por la seguridad que le brindaba. Se dio cuenta de ello y se sonrojó otro poco. ¿Qué tan rojizas podían estar sus mejillas a éstas alturas? Usar como referencia los ojos del ajeno para ver... Sería mucho peor... Pero aun así mantuvo su vista fija en dichosos ojos. Pudo ver levemente, que la expresión de él se tornaba más calmada, relajando un poco al chico sintiendo que éste estaba un poco mejor... Un poco...

¿Que le permitiera estar cerca suyo?”... No quiso preguntarle el porqué... Quizás lo haría más tarde, por ahora sólo le confirmó rápidamente. - ¡Si, ok! - fugazmente se trató de imaginar el porqué... Será que... ¿Éste tipo habrá estado igual se solitario que Lovino en su pasado? Suspiró rápidamente cuando recordó todo ello... Su infancia con su hermano y las comparaciones que hacían con el mismo, que lo trataran distinto por no parecerse a su gran abuelo ni a su hermano en aquella época y la constante evasiva que le hacían al pequeño en éste tiempo. No se había dado el tiempo para preguntarse el porqué de su repulsión hacia el resto del mundo, quizás era para que no lo volvieran a tratar de la misma forma... Era triste... El sentirse solo y comparado negativamente... Movió rápidamente su cabeza para evadir dichosos recuerdos, sólo le traerían dolor en un momento en el que necesitaba, principalmente, valor.

Entre lo perdido que estaba en sus memorias y en lo concentrado en los ojos del ajeno, debió haberse acercado otro poco al rostro de él, pero ya estaban tan cerca que un centímetro más o menos no harían la diferencia. "Pobre... ¿Qué sentirá ahora éste?" se preguntó en su fuero interno cuando notó que estaba tropezando en sus palabras. Asintió la cabeza hacia la derecha levemente mientras pensaba en la segunda condición: ... Claro, que nadie se entere de su identidad, tendría sentido... "¡Hola! ¡Soy una criatura del total abismo! ¿Cómo estás? ¡Oh...! Veo que andas enojado hoy día ¿Qué pasó?" ... No sería de lo más normal, en aquella cláusula no tendría problemas en cumplirla, es más, le estaría haciendo un favor al albino... Que curiosamente, ahora que recuerda... No sabe su nombre. En fin, no era el momento de preguntarle aquello y otras cosas más que sólo lo marearían. Cuando su rostro volvió a la postura anterior, sintió la cálida mano del otro en su mejilla, abriendo sus ojos con gran sorpresa.- U-Uh... - No le dio para decir nada más, sabía se seguiría hablando y lo importarte que debía escuchar ahora, no era su torpe voz llena de dudas, sino que la voz del mayor que lo rescataría ahora. ¿Cuál sería su tercer requisito?

No evitó verlo con curiosidad... - ¿Q-Que te odie? ¿Por qué debería odiarte? - ¿Por qué? El mundo es de diferentes colores, diferencias y creencias distintas, no encontraba ninguna razón para que odiara a la persona que le estaría muy agradecida... Por ser diferente. Pensó que su tercera cláusula era casi estúpida... A la gente se le odia por otras razones, pensaba el italiano, "Los que odian a otros por ser distintos es porque tienen algún problema con dichosa persona en especial… Que estúpido." ¿Y si se refería a su apariencia? Él no tiene la culpa de que sea albino o sus ojos sean rojos, es como si el menor empezara a preocuparse por su apariencia, su pelo, su rizo no tan apreciado... Pero esas cosas no se discuten, o eso era lo que pensaba el chico. En fin, dejó de darle vueltas a un tema tan tonto como aquel. Asintió casi con una leve risa a su última condición, pero aquella sonrisa se desvaneció rápidamente cuando el otro se quejó de nuevo ¿Cuál era el dolor que sentía el otro? "¡Maldita sea! ¡Me siento inútil así!". Pero la sorpresa no terminaba aquí, miró casi perplejo al mayor cuando le prometía todo lo que había mencionado: Protección, confianza, ayuda... Y otras cosas por el estilo. Era como si estuviera diciendo indirectamente el otro... Que quería un amigo o alguien cercano. Bueno, no se quejaba ni nada, es más, lo alegró profundamente... Pero no lo demostró, quizás su sorpresa había sido tan grande que no podía articular palabra ni expresión o por su gran orgullo, cualquiera era una razón “válida”.

El albino estaba preguntándole su confirmación para cerrar el tema de una vez, el chico se había casi que preparado psicológicamente en el corto tiempo que tuvo para responderte un fuerte pero seguro "¡Sí!". Pero en el momento en que tomó aire para aquello, su miedo renació cuando se vio encerrado en las oscuras alas. No hizo más que verlo fijamente, sintiéndose casi inferior al intimidante ángel que veía al frente suyo. ¿Cómo alguien tan bello podía traer tanto temor en unos pocos segundos? Todo esto sumado a la gran amenaza de regresar al abismo si no cumplía con sus demandas. Era como si le sentenciaran a una libertad condicional, la diferencia es que no iría a la cárcel por algún tiempo, totalmente peor... Era una estadía eterna en el oscuro Abyss. Negó rápidamente con la cabeza de manera torpe. - ¡N-No! ¡No tengo por qué mentirte! – Hizo una leve pausa para seguir hablando. - Sí... H-Haré lo que me digas... Palabra por... Palabra... - Cada vez bajaba más la intensidad de su voz. ¿Qué estaba diciendo? ¿Cuándo en su vida se había comportado de esa forma? Claro, cualquiera lo haría si te amenazan con encerrarte en un lugar frío y solitario, aparte, el italiano no tenía ninguna razón para mentirle en verdad. No temía en ese caso a las frías palabras del mayor.

No entendía muy bien algunas cosas que daban vueltas en su mente aún... "Si sus condiciones son tan fáciles... ¿Por qué no ha salido nunca de aquí hasta ahora?". Claro, la gente hoy en día puede engañar a otros para obtener lo que quiera, pero… Sería muy tonto que alguien mintiera y se devolviera al Abyss por no cumplir algo tan simple… ¿O la gente podía ser así de idiota? En fin, no había diferencia en verdad para Lovino, todos, de alguna forma y aunque sonara cruel… Eran idiotas.

Había llegado el momento... Al parecer ambas personas, que no tenían ni una relación, no se reconocían de ninguna parte y mucho menos eran de la misma época se vieron involucradas a apoyarse uno al otro. Sus cortas distancias hacían que el pobre corazón del italiano corriera a mil por hora. Curiosamente, tenía una mirada segura ante el mayor. Parecía que todo el temor que tenía anteriormente había por fin desaparecido. Sólo quedaba un paso... Luego de escuchar sus condiciones, lo único que quedaba por hacer era sellar el tan nombrado contrato. Las anteriores dudas desaparecieron por unos segundos, para dar paso a una gran pregunta... ¿Cómo se firmaba?
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Soledad en la niebla... ¿Tal vez no? [Privado: Lovino Vargas] Empty Re: Soledad en la niebla... ¿Tal vez no? [Privado: Lovino Vargas]

Mensaje por Gilbert Weillschmidt Jue Ene 20, 2011 9:07 am

Eso era todo. El chico había pasado cada una de las pruebas de fuego. Primero había asentido a todas las cláusulas, después había demostrado, con su mente, total aprobación y, finalmente, en su expresión se distinguía la seguridad y la sinceridad. Tenía que admitirlo… la fuerte decisión que emanaba el humano le gustaba, y en demasía.

- Hehe… - rió levemente mientras acariciaba suavemente su rostro. Extiende las alas nuevamente aún buscando esa deseada comodidad mientras cierra los ojos, sonriente - ¿Sabes…? Pensaba que los humanos como tú se habían extinguido… - Abrió los ojos lentamente para hacer que estos se encontraran con los ajenos. Ese color verde tan extraño, esa seguridad en su mirada… Sí, sin duda era algo que él quería seguir viendo. – De las últimas personas que encontré por el abismo… de todas ellas… eres el único que enfrenta al contrato con tal decisión… - se encoge un poco de hombros – Los demás no me tomaban en cuenta cuando hablaba y terminaban planeando como deshacerse de mí…

Antes de firmar el contrato, se decidió a responder algunas de todas las dudas que habían cruzado la mente del otro chico. Las había podido leer con facilidad, extrañándole el hecho de que no le había preguntado. Lo había tomado como si el chico estuviera respetando su intimidad, cosa que agradeció; si no era así… bueno, daba igual, se tendría que enterar algún día ¿no?

- Las cláusulas que he mencionado… todas tienen su razón… las irás conociendo en su momento, pero… - movió un poco el pulgar de su mano izquierda para poder acariciar con él levemente el labio inferior del castaño - …por ahora puedo decirte que siempre he sido marginado, siempre he estado solo… y por lo que he podido leer en tus memorias… has pasado por cosas similares, pero menores. – comienzó a soltar su mano derecha de la mano ajena, despacio. Cuando lo consiguió, alzó la mano para así, con ambas, tomar el rostro del chico con sutileza. Con los pulgares acarició levemente sus pómulos con la intención de que este levantara un poco más su rostro hacia él – Concuerdo contigo en que no hay nada peor que te comparen negativamente con alguien cercano… Es doloroso… - volvió a bajar su mano derecha para tomar la izquierda del chico, alzándola un poco para que ésta tocara el propio pecho del italiano, justo sobre la zona del corazón - … lo peor es… que duele aquí… - movió ligeramente su mano sobre la del otro para hacer que esta golpeara levemente sobre la zona, queriendo con ello enfatizar sus palabras – Y el dolor que ahí se aloja… nadie lo puede quitar… - se quedó un instante callado para así poder pronunciar - Me gustaría poder mostrarte mis memorias… pero no es el lugar… ni el momento.

Así es… si era verdad que él era capaz de leer algunas memorias, también podía mostrar las propias a quien quisiera.

Cuando había visto en la mente del italiano las comparaciones con su hermano, con la grandeza de su abuelo y como este se auto marginaba además de todo el dolor que sentía por ello… no pudo evitar recordar cierta escena de su niñez. Uno de los instantes más dolorosos de su vida.

Él vivía con una familia bastante pobre. Su padre nunca estaba en casa, no sabía lo que él hacía y su madre trabajaba a diario en el campo para así poder ganarse el pan.

La escena que estaba recordando se remontaba a, más o menos, sus nueve años. Él vivía encerrado en su casa, no le dejaban salir por ningún motivo a las afueras porque era “muy diferente”. Él y su hermana gemela se tenían que quedar encerrados en el cuarto más oscuro de aquello a lo que debían llamar “hogar”.

Recordaba a su hermana. Ella era una chica de cabellos albinos y brillantes ojos rojos. Siempre estaba ahí para animarle y él siempre le daba ejemplos de lo que debía hacer en caso de que sucediera algo inoportuno. Se complementaban en sus soledades.

Un día, decidió quebrantar la regla de su madre de permanecer encerrados en la oscuridad. Él estaba harto de que no le permitieran ver la luz del sol como a cualquier niño normal y también estaba harto de seguir las reglas que se le imponían. Su madre se escandalizó en el momento en el que le dijo que saldría con su gemela a pasear. Ella siempre le había dicho que nunca saliera de la casa, pues el mundo del exterior era distinto y cruel comparado con lo que vivía en su casa. No escuchó su última advertencia.

Poniendo sobre su hermana una capucha para que fuera protegida del sol en la caminata, y poniéndose el mismo una sobre la cabeza, salieron del hogar queriendo conocer los alrededores. La luz del sol molestaba en demasía a sus ojos.

Caminaron un largo tramo, la gente miraba al pasar a los chicos de capucha que iban con la cabeza agachada. Un travieso niño de por ahí le ofreció una flor a la chica y él, siendo lo celoso que era con su hermana a quien cuidaba como si fuera oro, inmediatamente intentó echarlo a patadas. En medio de la discusión, cuando la chica abrazaba a su hermano por la espalda para que se detuviera, las capuchas de ambos cayeron hacia atrás revelando la verdadera naturaleza de ese par de hermanos.

Varias exclamaciones ahogadas comenzaron a ser proferidas. Unas mujeres, de repente, comenzaron a señalarlos diciendo que eran demonios, fantasmas, seres malignos que venían a destruir tomando como ejemplo la reacción del pequeño chico frente al otro cuando este regalaba la flor. Los niños que estaban cerca comenzaron a agarrar piedras y a aventarlas contra ellos, en medio de risas, burlas y cánticos hirientes. La chica se puso a llorar tapando su rostro y él la abrazó recibiendo en su espalda todos los proyectiles.

A paso veloz se levantaron del suelo y emprendieron carrera de vuelta a su casa. El albino cojeaba un poco y la chica le ayudaba a caminar, vigilando el que nadie les fuera siguiendo. Sus rostros iban bañados en lágrimas… pero lo que sufrieron ahí no fue lo peor.

Al llegar al hogar, la mujer que se hacía llamar su madre agarró una vara larga y les hizo extender los brazos. Poco importándole que estuvieran dañados previamente comenzó a golpearles sin descanso por haberle desobedecido. En ese instante, él se dio cuenta de que esa mujer también les aborrecía… porque eran diferentes… porque eran demonios…

Al día siguiente escaparon del lugar con pocas prendas y aún heridos. Luego, se enteraron de que la casa había sido incendiada por algunos aldeanos, pensando que ellos estaban en el interior. Querían matarles.

Él le pregunto a la pequeña sobre lo que irían a hacer en el futuro y ella le dijo “Progresaremos y avanzaremos, siempre perseverando… haremos que nos acepten tal cual somos. Si tenemos esta extraña apariencia por algo es”. Prometieron no separarse…

Cuando despertó al amanecer del otro día… se efectuó un ataque a la zona en donde estaban.

Todo fue tan rápido. Perdió de vista a la chica un instante y al siguiente… ella estaba en sus brazos, muriendo. Había sido herida de gravedad. Ni siquiera pudo despedirse de ella… no pudo darle una digna sepultura… arrancaron su cuerpo ya sin vida de sus brazos para así tomarle a él y llevarle con un general.

Desde ese instante lo entrenaron para ser soldado… pero el ya no tenía por quien pelear.

Se había quedado callado mientras recordaba, no se había percatado de todas las lágrimas que recorrían sus mejillas. No les dio importancia. Volvió a mirar al italiano frente a él, pensando que quizás le veía con desconcierto al ver las gotas saladas de sus ojos. Soltando un leve suspiro y cerrando los ojos, decidió continuar.

- Es… momento de sellar el contrato. - murmuró, quedamente. Las lágrimas deteniéndose por si solas, pero aún mojando sus mejillas. Abrió lentamente sus ojos, fijándolos en los ajenos mientras terminaba de acercar su rostro lo suficiente. – Si no hay nada que decir… entonces que así sea… - finalizó cortando las distancias que habían entre ambos uniendo sus labios en un casto beso mientras cerraba los ojos.

No era nada del otro mundo. Era apenas un roce labio con labio, pero bastante significativo. No solo con aquello quedaba firmado el contrato, sino que también podía saber con mejor claridad qué era lo que pensaba Lovino.

No pasó mucho tiempo y terminó separando sus labios de los del chico. Entreabrió los ojos para verle nuevamente antes de pronunciar.

- Con eso, el contrato ha quedado cerrado… ahora debo sacarte de aquí. – terminó de abrir sus ojos para enfocarle con su mirada color rubí. Con una sonrisa ladeada respondió a una de las dudas que más desconcierto había generado en el otro – Por cierto… Mi nombre es Gilbert Beilschmidt… y provengo del reino de Prusia.
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Soledad en la niebla... ¿Tal vez no? [Privado: Lovino Vargas] Empty Re: Soledad en la niebla... ¿Tal vez no? [Privado: Lovino Vargas]

Mensaje por Lovino Vargas Jue Ene 20, 2011 5:47 pm

Pudo notar en el hablar y actuar del mayor que su dolor parecía haber cesado, pero no quiso hacerse ilusiones mientras no ocurriera lo principal: Sellar el contrato y salir de este lugar. Asintió suavemente en el comentario de éste... - Siempre existen unos pocos... No es como que sea una raza extraña ¿Eh? - Rió levemente. Sí, aunque Lovino fuera de esas personas que no trataba muy bien a los otros, podía sin ningún problema respetarlos por sus diferencias y demás. De hecho, esas ideas ni se cruzaban en su mente cuando conocía a alguien, claro que por ejemplo, se sorprendió la primera vez que vio al albino, pero eso sería todo. Es como un libro: Todos tienen una portada distinta, una más llamativa que la otra, pero lo que hace que tenga mayor o menor valor es su contenido. En este caso, el noble corazón que tiene es lo que importa y se valora mucho más que una apariencia.

No dejó se sorprenderse cada vez que los carmesí ojos se concentraban de los del chico. Lo intimidaba levemente, pero luego se acostumbraba. ¿Y si no era por sus llamativos ojos el echo de que se sorprendiera tanto? No era tan valiente como describía él, sólo lo era un poco más que su hermano, pero su naturaleza la mayoría de las veces es muy cobarde, como se demostró los primeros minutos en su estadía en el Abyss. No articuló ninguna palabra, sólo lo vio con tristeza cuando se enteró de lo que hacían los demás contratistas, bajando levemente su mirada por unos segundos. - A veces la gente es tan estúpida... Una completa basura... Pero si esas personas volaran, el cielo estaría nublado. - Dijo con cierto sarcasmo en su voz. Luego de eso, alzó su vista por unos segundos para ver, o mejor dicho, intentar ver el cielo que estaba completamente gris a causa de la gran neblina; o lo que logró ver a través de las oscuras alas. "Que ironía.. Decir eso en este sitio NUBLADO", rió en voz baja por aquellos pensamientos, que dejó de lado rápidamente.

Miró con curiosidad a esos ojos que no le quitaban la vista encima al italiano como si vigilara cada movimiento que hiciese, o quizás estaba otra vez pensando en alguna cosa... "Si pudiese saber lo que piensa, como lo hace conmigo." Se dijo, más que nada, con gran curiosidad. Pero bueno, si confianza era lo que éste le había ofrecido, quería decir que algún día se enteraría de dichosos pensamientos, por lo que no se quiso estresar más pensado en ello.

Su cuerpo se erizó levemente al sentir su pulgar, inconcientemente su respiración se alteró nuevamente. ¿"Has pasado por cosas similares, pero menores"?... ¿Qué cosas peores habría vivido el albino como para que dijera eso? Sólo lo miró con gran sorpresa alzando su vista a la de él, mientras éste tomaba su rostro provocando que su rubor naciera nuevamente. No lograba entender mucho sus movimientos, hasta que nuevamente había tomado su mano y la hizo chocar contra su pecho, sumado a sus tristes pero correctas palabras con las que el chico se identificaba al cien por ciento. - ... Lo triste... Es que es tan inocente que no tiene ninguna culpa sobre eso... Yo creo que ni sabe sobre todo este tema... - Suspiró pesadamente.- ... Feliciano...

Y sí, por mucho que ocurrieran todas esas cosas en su infancia, su problema era con el mundo, no con su hermano. Cuando era muy pequeño (Y hasta ahora) era tan puro e inocente, que no tenía ninguna culpa sobre lo que pasaba. Él simplemente era bondadoso, tierno y con mayor habilidad en algunas cosas que por supuesto su abuelo las felicitaba. En cambio Lovino, era un poco más despierto que él, pero algo torpe a diferencia de su fratello. Y claro, no tenía el mejor humor de todos, cosa que le molestaba a su superior.

Y siguió recordando más atrás en el tiempo... Había perdido a sus padres cerca de los cinco o seis años, a causa de un accidente cuando estos dos habían salido, por lo que su abuelo asumió su cuidado y protección sin dudar. Éste era un tipo bastante extraño en opinión del chico, era una persona igual de amable que su hermano, pero muy duro cuando se enojaba, y por supuesto todo ese enojo constante del mayor caía en él. Le hartaba y le dolía que el único familiar que le quedaba y que podía llegar a admirar lo tratara así. Hasta que no pudo más y al cumplir sus dieciséis años tomó sus cosas y se mudó a un departamento que arrendó con sus ahorros. Su abuelo se había enfurecido en aquel momento y su hermano no entendía nada. "¡V-Veee! ¿Por qué te vas? ¿No nos quieres?".. Aún recordaba aquella pregunta que le había hecho mientras lloraba descontroladamente. "No eres tú, Feliciano... No eres tú. Tú sigue sonriendo como siempre lo haces... Espero entiendan". Recordaba que en ese momento, cuando decía aquellas palabras miró casi con odio al mayor, esperando a que éste hubiera entendido sus razones.

Actualmente, sigue estudiando a costa de su abuelo que, aún en la distancia, decidió apoyarlo. Y gracias a las becas que tenía chico le fue muchísimo más fácil. Vive solo en la ciudad de Roma y cada cierto tiempo regresa a casa para visitarlos. Pero luego de ello, se ha logrado calmar y su ira bajó considerablemente sin llegar a explotar a como lo hacía en ese tiempo.

La vida solo era tranquila y buena para el italiano, con un trabajo que ocupaba poco tiempo y con el que ganaba lo suficiente para sobrevivir. Pero claro, todo a cambio de una gran soledad. No estaba acostumbrado a tanto silencio los primeros meses, al contrario, había crecido con el grito de los tres, ya sea peleando o riendo, que ese silencio al que se estaba enfrentando era como si lo aplastara... Pero todo eso quedó atrás y esa soledad ya no le molestaba tanto, se había convertido en una especie de ermitaño.

Movió su cabeza rápidamente para salir de sus recuerdos, escuchándolo nuevamente... ¿Podría alguna vez ver las memorias del albino? Parpadeó varias veces de la sorpresa y esperaría con ansias el día en que le confiara dichosos recuerdos. Pudo darse el tiempo de examinar al mayor, aprovechando el silencio que había en ambos. Su rostro, era perfecto. El cabello de éste no era tan albino como pensaba, tenía cierto tono rubio, pero era tan leve que lo hacía parecer blanco; sus facciones eran más maduros, dándole a pensar que tendría unos diecinueve o veinte años; sus ojos... sus enigmáticos ojos... Efectivamente eran rojos, un rojo intenso y parecido al rubí. Claro que ahora, en la oscuridad que daba sus alas, el color de aquel iris era más parecido a la sangre. Aun así eran igual de impresionantes que la primera vez que lo vio. De alguna forma todas esas características del mayor, que lo habían marginado tanto en su infancia al parecer, le eran muy atrayentes... Provocando que se perdiera una vez más en aquellos ojos.

Hasta que, sin aviso alguno, empezaron a caer unas cuantas lágrimas en el rostro del ajeno, incrementando el número de ellas rápidamente ¿Qué le había pasado ahora? Tomó su rostro algo afligido con ambas manos, tratando de que le prestara atención. - ¡Oye! ¡Hey hey! Dime que te pasa ¡Deja de llorar ya! - Pero al parecer estaba tan metido en sus recuerdos que no lo escuchó. Después de algunos minutos, cuando éste había respirado y reaccionado, el chico pudo relajarse finalmente. Nuevamente sus ojos se abrieron con decisión, haciendo que se sobresaltara al segundo, asintiendo con la cabeza al escuchar que dichoso contrato se firmaría finalmente.

A estas algunas, ya había adivinado el cómo se sellaría. Pero no logró quitarse la sorpresa cuando sintió el contacto de sus labios con los del mayor. Se quedó helado por unos segundos, relajándose de a poco para cerrar sus ojos y, curiosamente, correspondiéndole aquel beso. La verdad es que había durado muy poco, pero el italiano lo sintió como una eternidad. Nadie había tenido la oportunidad de acercarse de esa forma a él. Se podría decir que... Era su primer beso.

Se separó del rostro de él y lo miró con algo de ingenuidad, parpadeando varias veces y poniéndose algo nervioso. - U-Uhm... Este.. Ehh... -Miró a la izquierda rápidamente, sonrojándose con mayor intensidad que antes. ¿Le había agradado? O eso era lo que pensó fugazmente. Lo escuchó atentamente y asintió decidido cuando recibió la señal de que podían salir ya, y como un bonus, conoció su nombre al fin.- ... Uhm... Gilbert ... Al menos ahora tienes nombre para mí, Albino. - Arqueó una ceja, al parecer su orgullo había regresado por unos segundos. "Prusia... ¿¡Prusia!? ¡Aquel país había desaparecido hace muchos años!" exclamó en su fuero interno. Se había imaginado que Gilbert proviniera de una época más antigua, pero no tanto. En fin, dejó eso de lado para mirar a todas las direcciones algo asustado por lo que pasara, devolviendo su vista al mayor.

- Y ahora... ¿Q-Qué ocurrirá? ¿Cómo nos saldremos de ésta? - Se sintió completamente incompetente al preguntar eso. No veía salida a toda esta niebla. Pero bueno, debería ocurrir alguna cosa fantástica ahora, o eso era lo que se imaginaba. Sólo se aferró más al cuello del ajeno y esperó a que, nuevamente, el destino hiciera de las suyas.
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Soledad en la niebla... ¿Tal vez no? [Privado: Lovino Vargas] Empty Re: Soledad en la niebla... ¿Tal vez no? [Privado: Lovino Vargas]

Mensaje por Gilbert Weillschmidt Jue Ene 20, 2011 8:38 pm

Alzó ambas manos en un delicado movimiento para hacer que el otro chico dejara de aferrarse a su cuello, seguido, limpió los restos de lágrimas que habían en sus ojos. Ese recuerdo no debía volver, no en ese momento. Volviendo a la mirada confiada que traía frente a los demás sonrió soltando su característica y peculiar risa.

- Kesesese~ - separó su cuerpo de el de Lovino para mirarlo de frente, de arriba hacia abajo. Su sonrisa ladeada llena de picardía se mantenía mientras entrecerraba los ojos. – Salir es algo fácil… si te preguntas el porqué no he salido por mi mismo es porque primero necesito a un contratista… a quién ya tengo~ - volvió a reír despacio mientras caminaba a su alrededor. Se detuvo cuando estuvo a sus espaldas.

Visto desde atrás pudo el albino percatarse del rulo sobresaliente del cabello del otro, además de que pudo ver la ropa ajena desde otra perspectiva… la forma de la misma le pareció incómoda ¿Ese estilo era el que se usaba actualmente? Ugh… Para cuando saliera iba a necesitar MUCHA AYUDA.

- Bueno, mejor me dejo de rodeos (literalmente) y solo salimos de este averno – terminando de pasearse a su alrededor optó por abrazarle por la espalda. Alzó una de sus manos tapando sus ojos – Cierra los ojos, piensa que todo es un asombroso sueño… - alzó su otra mano y, mientras le cubría los ojos, abrió un portal inter dimensional mostrando una zona desierta. Eso era perfecto…

Pero vió la estructura del sitio.

Se veían como construcciones sólidas, de colores extraños y que nunca pensó podría tener un… ¿Cómo se llamaba esa cosa? ¿Fortaleza? ¿Castillo? No tenía idea.

Se aseguró de que el chico tuviera los ojos cerrados y una vez fue así le soltó para… poco cuidadosamente empujarlo hacia el portal. Luego, haciendo otro esfuerzo, consiguió que sus alas desaparecieran mientras saltaba hacia el portal.

Cuando ese par de seres abandonaron el abismo, el portal se cerró. Solo la espesa neblina flotó en el sitio mientras el sepulcral silencio volvía a hacerse presente. Solo unos livianos objetos fueron la prueba de que alguna vez alguien estuvo parado ahí… Esos objetos fueron unas cuantas plumas de color negro que cayeron de las alas del albino en el mismo instante en que desplegó las mismas en plena forma humana frente a Lovino. El dueño de aquellas plumas… no regresaría en mucho tiempo.

Aquellas plumas… se quedarían ahí hasta su regreso.

En soledad… como el prusiano hasta hace unos momentos.

En medio de la neblina como una gota de agua que se pierde entre la tierra.
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