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Mensaje por Lovino Vargas Jue Ene 20, 2011 10:11 pm

Neblina... Sólo veía neblina... Luego imágenes rápidas de un ángel oscuro con ojos tan rojos como la sangre y acto seguido... Oscuridad...

O eso era lo que veía fugazmente en su sueño, del que iba despertando de a poco. Sus parpados se abrieron lentamente y con dificultad, se sentía como si le hubiera pasado un camión por encima o algo por el estilo, pero muy cansado... De eso estaba seguro.

Se encontraba recostado en una especie de posición fetal ocupando gran parte de la cama de dos plazas que había en... La habitación... Espera, ¿Cama de dos plazas? No logró reconocer el cubrecama en el que se encontraba recostado, provocando que se sentara rápidamente en ésta...

- Ok... Esta no es mi habita----... ¿Eh? - Frunció el ceño levemente dándose cuenta que no entendía nada realmente. Su cama en respectivo departamento era pequeña, no como en la que se encontraba ahora que era del tamaño de... Una matrimonial. Pero lo que no recordó el italiano es que nunca había estado en la casa de su hermano ni en su departamento, muy por el contrario, se encontraba hospedando en el Hotel Balmoral, ya que iba a ingresar a una escuela en Escocia, gracias a una beca que había ganado y esperaba a que le asignaran su habitación. Se golpeó el rostro con la palma de su mano derecha, dándose cuenta lo despistado que era.

- O-Ohh... Bueno... Quizás ahora tendría algún sentido que me cayera algo mal al estomago... - Comenzó a reír de forma nerviosa, escuchándose luego como una carcajada. Pero rápidamente, esa risa fue apagándose mientras empezaba a recordar, tomándose parte de su cabello con la mano izquierda. - E-Espera... Entonces... Aquella perso--.... - Claro, empezó a recordar todo lo que había vivido, no recordaba hace cuanto, pero de que lo vivió... Lo vivió. Su llegada misteriosa al Abyss, la neblina total que había, su terror en ése sitio, y... Aquel ángel negro. ¿Cuál era su nombre? Intentó hacer memoria, hasta que, con la misma mano que tomaba su cabello, se recorrió el rostro rozándolo suavemente por encima de la piel hasta llegar a sus labios... Sus memorias se vieron como flashes rápidos, seguidos e incontrolables... Y recordó finalmente, abriendo sus ojos verdes con gran sorpresa. - ¡GILBERT! - Alzó su vista, buscando al chico casi que con desesperación ¿Y si estaba loco y nunca existió dichoso abismo ni el albino?

Hasta que vio hacia la ventana, una luz intensa pero clara que iluminaba la gran habitación, entre toda esa claridad estaba el mayor apoyado en el marco de ésta, confirmando el hecho de que SÍ había estado en dichoso lugar. Esa presencia y peculiaridad del prusiano realmente le llamaba la atención, un leve sonrojo nació en las mejillas de éste mientras lo observaba, desviando rápidamente su vista. Al menos ya estaba tranquilo y sabía... Que nunca había sido un sueño. "M-Me alegro..." se dijo en su fuero interno, dibujándose una leve sonrisa en los labios de Lovino, cosa que no ocurría seguido.
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Mensaje por Gilbert Weillschmidt Sáb Ene 22, 2011 12:18 am

Tenía la mirada fija a ningún punto específico. Miraba aquél objeto tan curioso y transparente cuyo nombre no sabía. Nunca había visto uno... ¿o una? no lo sabía. Estaba sentado en el marco del dichoso objeto, concentrado, con una pierna saliendo hacia la calle y con la otra adentro del cuarto, la espalda recargada en el diminuto espacio de la pared (lease, en el marco de la ventana). No se había percatado de que el otro había despertado.

- "¿Qué tanto... ha cambiado el mundo desde entonces? ¿Qué año es?" - se preguntó. A pesar de que aquél objeto era transparente podía verse levemente reflejado en el mismo. - "Extraño..." – bajó su mirada hacia la calle. Ahí abajo podían verse muchas personas. Le pareció un ejercito digno de guerra... solo que de muy variados colores y ninguno con armamento visible. - "Hm... esos de ahí se parecen al que usaba esta ropa..." - automáticamente miró sus prendas actuales. Su indumentaria, de la noche a la mañana, había cambiado radicalmente. Utilizaba una camiseta negra guerrera (sin mangas), una chaqueta de cuero del mismo color, unos jeans oscuros y… y botas de cuero negro. De lejos se notaba que los pantalones le quedaban un tanto holgados, la camiseta sin mangas estaba un tanto sucia y la chaqueta también.

¿Cómo había conseguido aquellas prendas? Luego de recostar en la cama a Lovino en ese cuarto tan… ¿raro? Había sentido la necesidad de salir para ver con sus propios ojos cómo era el exterior. Se acercó a la cosa transparente e intentando salir… chocó con ella, pues en un principio pensó que no había nada. Después de despabilarse y treinta minutos haciendo mil peripecias… logró abrir la ventana. Miró a su alrededor notando las altas construcciones y las brillantes luces de las calles, aún así estas estaban casi vacías. A lo lejos pudo divisar a un hombre que avanzaba tambaleante por el lugar, miró sus ropas y luego miró las propias – Dudo que… le moleste si las tomo prestadas – se apoyó en el borde de la ventana y cerrando los ojos mientras sonreía confiado, se aventó desde la ventana hacia la calle cambiando velozmente su forma a la de aquél enorme cuervo en el que se había convertido en el abismo.

Se demoró menos de dos segundos en llegar frente al hombre que, al verlo, se desmayó inmediatamente por la sorpresa. Wow, que fácil le había resultado…

Siguiente escena a mirar: Gilbert vestido con la ropa de aquél tipo y el hombre de la moto con las ropas de él, despertando. A penas vio al albino con sus ropas fue corriendo donde la policía para denunciar robo… pero creyeron que estaba loco así que se lo llevaron al psiquiátrico. El albino no entendía nada. Desplegó sus alas tal cual en su forma humana y volvió a subir a la ventana de la que había descendido. En medio de aquello… se percató de que sus nuevas ropas apestaban, para su suerte en un cuarto blanquito y limpio encontró varias cosas que olían bien… lástima que dejó un desmadre en aquél sitio. Lo mejor era que el “bello durmiente” no se enterara. Aún así no limpió nada. Seguido, se quedó mirando por la ventana, pensando en lo que estaba viendo y viviendo. Finalmente… no durmió en toda la noche, no sintió la necesidad.

- … ¿Uhm? – fue llevado de vuelta al mundo real cuando el otro exclamó su nombre. Lentamente se fue despegando del marco de la ventana para luego voltear su mirada hacia el italiano de ojos verdes. Sonrió de lado a nueva cuenta, notando sin quererlo que desde que se había encontrado con Lovino esto se había vuelto frecuente. La sonrisa que creía perdida… la estaba recuperando. – Kesesese~ ¡¡Guten morgen dormilón!! – le canturreó mientras se acercaba a la cama. Al llegar a un lado le miró antes de hablar – Muy bien, te saqué del abismo… Ahora me vas a explicar toda, toda la situación de este lugar ¿Está bien? Con eso me refiero a fecha actual incluido el año, el porqué la gente usa prendas tan raras y cómo se llama esa cosa – señaló a la ventana, más específicamente al vidrio que era lo que llamaba su atención - y todo lo que nos rodea – se sentó en la cama y, al darse cuenta de que había rebotado levemente al hacerlo, se paró para sentarse con fuerza en la cama y así volver a rebotar. Soltó una risa divertida mientras comenzaba a dar pequeños botes en la cama con tal de seguir sintiendo ese impulso que le lanzaba arriba de nuevo. Mientras lo hacía volvió a hablar - ¡¡Anda!! ¡¡No te cohíbas!! ¡¡Comienza a contar todo!!
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Mensaje por Lovino Vargas Jue Ene 27, 2011 5:24 pm

No hiso más que restregarse un ojo mi mirarlo de arriba hacia abajo mucha curiosidad, notando por sobre todo su nueva vestimenta. – Gilbert, ¿Dónde conseguiste toda… Esa… Ropa? – Titubeó levemente mientras el otro se acercaba a él. Como en aquella oportunidad en el Abyss, su corazón comenzó a latir fuertemente. ¿Por qué esto se volvía tan frecuente? Movió su cabeza rápidamente tratando de despabilar, pero aun así los llamativos ojos del mayor provocaba que su vista regresaran a ellos. Era bastante extraño ¿Desde cuándo su atención se concentraba tanto en él? Bueno, a quien no le daría curiosidad el hecho de que ahora estaría viviendo con una Cadena que le había salvado la vida del total abismo… O eso era lo que pensaba el italiano.

- ¿Todo? … -Miro con curiosidad a lo que apuntaba, acto seguido se golpeó el rostro nuevamente con la palma de su mano. – Eso, se llama ventana. – Dijo casi sintiéndose como un idiota, pero de alguna forma podía y tenía que entenderlo. Gilbert debía ser del siglo XVI como para que perteneciera al Reino de Prusia, por lo que sería muy difícil que supiera MUCHAS de las cosas de ahora. – Y… Si te refieres a la cosa transparente, eso es “vidrio”. Puede ser un material muy útil, pero muy delicado a la vez. Por lo que además si lo quiebras puede convertirse casi en un arma. Sólo trata de no romperlo ¿Sí? E insisto… ¿Dónde conseguiste la ropa? – Arqueo una ceja de forma desaprobadora. Ni que se la hubiera robado a alguien… ¿O sí?

Al menos, me ahorré el hecho de conseguirle alguna prenda ahora… Aun así debo buscar algo más”. Mientras se decía aquello, su nariz se respigó rápidamente notando que las ropas que llevaba estaban sucias. Pensó en levantarse de la cama para buscar alguna cosa en su maleta que tenía al otro extremo de la habitación, pero lo detuvo el hecho de que el albino comenzara a saltar en la cama como loco. ¿Ahora debía explicarle la cama o qué? - ¡D-Detente! ¡Ya! ¡Basta! – Empezó a quejarse insistentemente, nuevamente el poco humor del castaño había regresado. Se golpeó el rostro contra el colchón por los rápidos movimientos y apoyó sus manos contra el mismo para mantenerse estable. – Me imagino que sabes que esto es una “cama” ¿Cierto? – Le dijo con cierto sarcasmo en su voz, rodando su ojos rápidamente recordando el pequeño detalle del “viajero del tiempo”. – Pero la cama tiene algo que se llama “colchón”, lo que hace que ésta sea mucho más cómoda y claro… - Saltó un poco como el albino, demostrando el rebote que poseía. - … Llegas a saltar un poco. No pensé que te llamara tanto la atención esto. – Rió levemente, naciendo de los labios del menor una pequeña sonrisa de la que, al parecer, no se había dado cuenta; provocando que se sonrojara un poco.

- ¡N-No me he cohibido! ¡No digas estupideces! – Actuó casi a la defensiva hacia las palabras del mayor desviando su mirada; era muy común que lo ocurriera aquello y a la vez… Era estúpido. Suspiró, pensando por donde podía empezar con su “informe”, hasta que le devuelve la vista y comenzó con su discurso. – Bueno, Gilbert… ¿Beilschmidt? – Dijo su apellido con algo de dificultad, no era muy bueno pronunciando el alemán. Hiso una pequeña pausa y continuó. – Estamos en el año 2011, específicamente 27 de enero... Jueves. – Le agregó como dato extra, rogando por el que ojalá supiera por lo menos los días de la semana. – Y la gente no usa “prendas raras”… Sólo las ropas han ido evolucionando con el pasar del tiempo, volviéndose más simples… O eso digo yo. – Arqueó una ceja nuevamente con algo de duda, pero continuó. – En fin, es cosa de salir un rato a LA CALLE y te das cuenta de cómo conducirte en la vida con respecto a la ropa. No es tanto drama como parece, Gilbert. – Le resalto “la calle” ya que estaba seguro de que en algún momento éste había salido del hotel. – Por ahora, estamos en un Hotel esperando a que me avisen de la habitación que pedí en la escuela. En un hotel tú puedes pedir una habitación como ésta para hospedar en ella por unos cuantos días, y en eso estamos…. Que más… Estamos en Escocia, si es que te interesa saber ello y… - Ya que había mencionado países, recordó el hecho de que… Prusia ya se había disuelto. ¿Era el indicado como para decirlo ello? ¿Cuál sería su reacción? La verdad es que temió rápidamente en esa pequeña pausa que hiso, para luego tomar aire y concluir. – Si tienes alguna, sólo tienes que preguntarme. Si no quieres que la gente se entere de lo que eres entonces no llames tanto la atención como lo acabas de hacer hace algunos minutos.

Se levantó de la cama en una rápida pirueta por sobre de ella, quedando a los pies de dichosa cama y lo siguió con la vista. – Creo que con esto puedo decirte que… Benvenuti nel XXI secolo, Gilbert. – Se cruzó de brazos fugazmente mientras cerraba sus ojos. La verdad es que le duró muy poco porque los abrió con la misma velocidad con las que lo cerró, encontrándose con los del prusiano. ¿Por qué le atraían tanto aquellos ojos carmesí? ¿Debía considerarlo una mala señal acaso? Lo miró pacientemente esperando su reacción, la cual sinceramente no se la imaginó.
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Mensaje por Gilbert Weillschmidt Sáb Ene 29, 2011 11:19 pm

Escucho paciente, cada cosa, cada ínfimo detalle lo capturó con total atención. Ante algunas palabras asentía y ante otras solo le miraba, expectante por recibir más información. Aquella cualidad suya de comprender la situación y actuar acorde a lo que ameritaba el momento le había servido demasiado en antaño, en medio de aquella gran guerra. Varias veces había podido escapar, trazar estrategias y salir victorioso a pesar de los cambios extraños en el campo de batalla... en ese momento pensó que aquella habilidad le sería más que útil en tiempos "actuales".

¿Ventana? Eso sí lo conocía. En los castillos y en las construcciones generales de los reinos (como casitas, tiendas y armerías) habían ventanas, pero estas no tenían nada que las cubrieran... ah, no, ¡sí! Habían rejas y barrotes de protección para que nadie entrara... pero... vidrio... vidrio... negó suavemente, de "vidrio" no había oído hablar. ¿Qué diablos sucedía actualmente? Crearon un material frágil y quebradizo en estado "normal" que cuando se rompía era una suerte de arma... Uh... ¿Acaso quieren asesinarse entre ellos con armamento oculto en todas partes? Pensó el albino, confundido. Bah, dejaría esa incógnita para después.

Siguiente objeto, la cama. Claro que las conocía... solo que... las recordaba más incómodas... y echas de paja. Solo la alta sociedad dormía en camas con una capa especial echa a base de plumas. Ah, diablos, y eran tan costosas. Se preguntó por un instante si los "colchones" también eran de alto costo porque, hasta el momento, le divertían a sobre manera.

Vio que el otro chico comenzaba a pensar a la vez que suspiraba. No sabía con exactitud qué, no le miraba a los ojos y tampoco le tocaba, así que su "poder" (como lo había llamado en su oportunidad el italiano) no funcionaba en lo más mínimo en ese instante. Esperó impacientemente a que comenzara a hablar... entonces escuchó: "Estamos en el año 2011, específicamente 27 de enero... " y su mente no pudo seguir prestando atención. Un mar de dudas azotaron a en su mente a la vez que cálculos matemáticos.

- "No es cierto... ¿2011? ¿27 de Enero?... ah... ¿Q-Qué edad se supone que tengo?... A ver, yo nací en 1720, fui atrapado en 1742 durante una enorme guerra... si resto a 2011 el año de mi nacimiento, 1720, tengo en total..." - calculaba y calculaba. Pensó que el resultado estaba erroneo, mas al hacer el ejercicio otras 10 veces lo comprobó - "... Hace... ¿¡hace 9 días cumplí 291 años!? ¡¡Imposible!! ¡¡Si sigo luciendo de 22!!" - El sabía como continuaba su apariencia. Varias veces dentro del abismo, cuando se había transformado en humano entre la neblina, miraba el estado de su piel para ver cuanto había envejecido. La respuesta siempre era la misma: Nada. Literalmente... estaba schockeado. ¿Casi tres siglos de historia habían pasado como si nada? Oh... iba a tener que comenzar a informarse desde cero... ¿Y la guerra? ¿Qué pasó con la guerra? ¿Ganaron? ¿Perdieron? Necesitaba saber. Pero... su atención fue captada nuevamente cuando el chico nombro otro territorio... - Escocia... - repitió en voz baja. Al parecer ya no se encontraba en Prusia... ¡¡UN MOMENTO!!

De repente, como si flashes de luz se tratasen, recordó a cierta persona. Cierta chica muy especial para él... su hermana melliza. Él tenía por costumbre ir a la improvisada tumba de la chica cada año, exactamente en la fecha de su cumpleaños para así "celebrarlo" junto a ella y cumplir años juntos como cuando ella vivía. Al ser mellizos, ambas fechas calzaban... 18 de Enero. ¿Cuantos años había dejado esa costumbre por estar en el abismo? Se vio sin ánimo de calcular, pero sintió la enorme necesidad de ir a Prusia solo para ir a ver la tumba de su hermana, para pedir perdón, para dejarle flores... aunque como cadena no podía sin permiso de su contratista.

- ... - llevó su mirada hacia el italiano, deseoso de pedirle aquél permiso tan importante para él... pero decidió callar. No era el momento de que se enterase, no podía obligarle a viajar si no quería. Suspiró, apesadumbrado, y agachó la mirada. - Entiendo... vielen dank, Lovino... no dudaré en preguntarte si tengo dudas... - alzó su mirada nuevamente. Por ahora daría otra explicación - ¿La ropa? Kesesese~ la tome prestada anoche para no verme tan fuera de tiempo. Si salía con mi traje era seguro de que me tomaban de loco... así que aproveche un horario bastante sutil. - Cuando finalizó se levantó de la cama, sonriente.

... Pero... Que sonrisa más hipócrita tenía en la cara.
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Mensaje por Lovino Vargas Dom Ene 30, 2011 9:15 pm

Asintió la cabeza al albino, notando que al mencionarle algunas cosas, éste se había sorprendido de sobremanera, en especial por el hecho de decirle que estaban en el 2011… “Ugh, bueno, él me pidió que le dijera, no tiene que quejarse en verdad.” Se dijo en su fuero interno, pero aun así pudo de alguna forma imaginarse que se habría shokeado por la cantidad de años que habían pasado, aun que la verdad no estaba del todo seguro.- ¿Y esa cara? ¿Hace cuanto tiempo estabas en el Abyss? – Abrió sus ojos con mucha sorpresa, no quería preguntarle eso tan pronto; pensó que sería algo incómodo para el mayor o algo. Pero bueno, ya era algo tarde al parecer.

Lo miró con el ceño fruncido nuevamente, escuchando la razón del porqué su ropa. – ¡Lo sabía! ¡Lo sabía, habías salido! – Se quejó para sí, pero en realidad no tenía caso, estaba dormido para ese entonces y… ¿Acaso iba a hacer algo al respecto si es que Gilbert salía? Lo dudaba en verdad, dejó de una vez el tema de la ropa; pero aun así caminó otros cuantos pasos alejándose de la cama para ir por su maleta, donde sacó una camisa negra que le quedaba un poco grande, lo suficiente como para que le quedara al prusiano. Se dio media vuelta y se la lanzó esperando a que la atrapara, frunciendo un poco más su ceño. – … Pásame esas ropas… Apestan, literalmente. – Lovino solía ser muy directo. Para él, las cosas por muy duras o ridículas que fueran, las decía directamente sin anestesia; eso, sumado a su actitud muy cortante le traía unos cuantos problemas con el resto de las personas… Pero bueno, nunca le importó mucho eso.

Le dio la espalda al mayor y se quitó aquella camisa blanca con la que había estado desde que había llegado al abismo (O quizás mucho antes) hasta ahora, tirándola a una silla que tenía al lado y se puso un polerón delgado color verde musgo, para luego darse la vuelta y encontrarse con el otro que se había parado de la cama. Se sobresaltó un poco, ya que ni lo había sentido caminar ni nada. Lo miró por mucho rato de frente y notó algo en él… Era raro… Era como si estuviera ansioso por decir o pedir algo.

- B-Bueno... ¿Te pasa algo o qué? – Le preguntó, con cierto temblor en su voz. No le creía mucho la sonrisa que esbozaba el otro, cruzando sus brazos y viéndolo fijamente a los ojos. ”Tsk, sé que se dará el lujo de ver mi recuerdos… Pero… ¡¡¡Arg!!!”, se quejó en su mente, tomándose la cabeza con ambas manos. Ya estaba algo harto de que se quedaba paveando al frente del carmesí iris de él… Pero… Era casi inevitable… Desviaba su mirada, pero aun así ésta volvería donde mismo. ¿Hasta cuándo seguiría? O mejor dicho ¿Por qué lo hacía? No lograba responderse la duda, por lo que trató de no llamar tanto del otro para que no preguntara.
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Mensaje por Gilbert Weillschmidt Lun Feb 07, 2011 1:16 am

Atrapó sin problemas la prenda que el italiano le lanzó. Como cadena tenía muy buenos reflejos permitiéndole reaccionar con velocidad, cosa bastante útil, cabe destacar. Observó la camisa como su fuera lo más interesante del mundo y su mente hizo un pequeño “click”… claro, este tipo de ropa la usaba la gente de la alta sociedad… solo que en la antigüedad estas prendas tenían más vuelitos. ¿Sería por su simpleza que ahora una persona normal podría tener una? ¿O sería que ahora la prenda había evolucionado y, además de ser así, estaba al alcance de todas las personas? Curioso. Curioso, pero benéfico.

Su mente se fue volando en el tema de las ropas y solo atinó a reaccionar (o a tomarle atención al italiano) cuando este le preguntó si le pasaba algo. Sin verdaderas ganas de contestar se decidió a contestar su primera pregunta… sin menos calma. Comenzó a quitarse la molesta ropa superior mientras contestaba – L-Lo siento, es que… me sorprendí a sobre manera. No pensé que había pasado tanto tiempo… - fuera chaqueta, fuera camiseta. Rápidamente quedó con el torso desnudo, cosa que, de alguna manera, le hacía sentir un tanto cómodo, pero con mucho frío. Tomó la camisa entre sus manos, desabotonando cada piecita de plástico que, entre sus manos, no era más que otro artefacto curioso. – Hm… ¿Cómo te lo explico?... – murmuró para sí sin verle a los ojos, concentrado en terminar de abrir la camisa. Un botón no quería ceder así que comenzó a tironearlo. Mientras lo hacía prosiguió hablando - ¿Qué edad aparento? ¿Veinte? ¿Veintidós? ¿Veintitrés? - esperó a una respuesta y un largo instante a que el chico hablara, una vez que el otro dejó de comentar lo que tenía que comentar, contestó más calmado que cuando lo descubrió – Error. Por lo que me acabas de contar (me refiero a la fecha, ya sabes), puedo calcular que tengo alrededor de doscientos noventa y un años de edad. – terminó de abrir aquel “trapo negro” mientras esperó a ver la reacción del castaño... cosa que sinceramente no imaginó como sería. Acomodó la prenda para pasar sus brazos por los lugares correspondientes, sorprendiéndose por lo cómoda que era a pesar de que no lo pareciera. Comenzó a abotonar desde abajo hacia arriba – Es por eso que he quedado un tanto aturdido con la fecha…

Acabó de abotonar, haciéndolo hasta el cuello, sin embargo, aquello le incomodó. Desabotonó los primeros tres botones de la camisa y suspiró. Recogió la chaqueta que antes traía y de su bolsillo sustrajo una rara figura: Una cruz de hierro con una pequeña cadena que, estirando los brazos, logró poner alrededor de su cuello. Al terminar de arreglarse voltea a ver al chico nuevamente. Suspiró, sabiendo que tenía que contestar.

- Pues… no es nada serio. Es que saber que ha pasado tanto tiempo me permite saber que toda mi familia ha de haber muerto… Hm… oficialmente soy único en mi especie, kesesese~ - sonríe de una manera poco creíble, pero al menos lo hace. A paso rápido se acerca a la ventana, encontrando la excusa perfecta para cambiar el tema – Oi, oi, si quieres puedo sacarte volando por aquí cuando quieras salir. ¡Como soy tan asombroso puedo hacerlo todo y ni siquiera nos estrellaremos en el piso~! – de alguna manera… tenía que mostrar esa careta ególatra suya. Era la mejor forma que tenía para ocultar lo que pensaba o lo que sentía, siempre era un método de distracción… que, extrañamente, era una extensión de su personalidad a pesar de todo lo que había pasado en su infancia.
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Mensaje por Lovino Vargas Miér Feb 09, 2011 5:06 pm

Aún cruzado de brazos, observó como el otro se quitaba la parte superior de la ropa, sin darle mayor importancia a aquello. - Oh, ya veo… Debe ser algo difícil el pensar que ha pasado tanto tiempo… - Dijo suavemente, mirando fugazmente el torso del mayor y desviando su vista con la misma velocidad. Aun que la verdad es que estaba hablando sin saber. No pudo asimilar cuando tiempo habría transcurrido, hasta que el prusiano le pregunta.- ¿Tu edad? … Uhhm… -Se llevó un dedo al mentón, pensando en alguna edad al azar con respecto a su apariencia.- Aham, yo diría unos veinte años… ¿Por qué lo dices? - Preguntó con leve curiosidad, escuchándolo nuevamente con mayor sorpresa que antes.- ¿D-Dos---- ? ¡¿Doscientos noventa y un años?! - Quedó atónito, no imaginó que sería tanto tiempo. “Realmente me falta estudiar al parecer” se dijo en su fuero interno.

No supo exactamente que decir, hasta que el otro terminó de ponerse la camisa. Suspiró aliviado de no tener que instruirle o algo; pero sí le ayudó a arreglar el cuello de la ropa. Lo observó detenidamente aprovechando la cercanía. “291 años… Ni una arruga y trastos de que haya crecido o algo” se dijo con curiosidad, alzando su vista. - ¿Y cómo es que no envejeciste o algo dentro del Abyss? … Increíble. - Terminó de arreglar dichoso cuello y se alejó unos pasos, mirando con curiosidad aquella cruz que colgaba del ajeno. Lo escuchó hablar, sin creerle mucho exactamente, pero mostrándose compasivo… Fuera mentira o no, el desaparecer por casi trescientos años y saber que no queda nadie de tu familia… Dolía muchísimo. – Lo lamento muchísimo… ¿Eh? ¿Especie? No hables de ti como si fueras un animal. –Rió suavemente, viendo como el otro escapó hasta la ventana.

Caminó hasta la gran ventana, apoyándose del marco de ésta mientras lo escuchó. Quedó sin palabras. - … ¿E-En serio puedes puedes hacer eso? - Se sintió algo tonto preguntando aquello. Teniendo esas alas era algo difícil que no pueda hacer eso... Pero... ¿Qué en realidad pudiera volar así como así? Una leve sonrisa se dibujó en el rostro del menos por unos segundos, pero se borró recordando una parte del contrato. Movió su cabeza rápidamente como si estuviera negando. - ¡N-No no no no! No sería buena idea… Recuerda que no deben saber de ti… Pero… - “La verdad es que me encantaría… No es el momento” … No admitió sus grandes deseos de cruzar el cielo, en fin, se lo agradecerían más tarde.

- Así que el "Asombroso tú", ¿Eh? – Metió sus manos en los bolsillos del polerón y siguió hablando.- Sí que te quieres mucho… Te admiro. – Agregó rápidamente, sin expresión alguna. Cualquiera que lo hubiera escuchado, diría que Lovino tenía su autoestima por el suelo; lo cual tenía algo de razón.

No era que su “autoestima estuviera por el suelo”, pero sí no era de quererse mucho y se consideraba torpe para algunas cosas; aun con su brillantez para algunas cosas. La verdad es que le apestaba la gente tan ególatra como Gilbert... Pero, curiosamente, no le molestaba él… O al menos aún no. - Disculpa la pregunta pero… - Apoyó su espalda contra la pared quedando a pocos centímetros de la ventana, observando el techo de la habitación. - ¿Nadie te ha dicho algo acerca de ello? Digo… Por tu ego.

No sabía exactamente de qué hablar con el albino, la verdad es que tenía millones de preguntas acerca de su país natal, cómo vivían ahí, y claro, de él mismo… Pero aquellas preguntas nacerían solas con el tiempo… Lo que mantenía nervioso al italiano… Era el ahora.
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Mensaje por Gilbert Weillschmidt Lun Feb 14, 2011 9:37 am

Cerró los ojos en silencio, sintiendo la brisa que se colaba por la ventana mecer algunos de sus cabellos mientras el italiano hablaba e inquiría si era posible salir volando por la ventana. Sonrió de lado al escuchar el aparente entusiasmo que causaba en el otro el hecho de poner hacer eso – Nada de “pero”, Lovino. – comentó cuando este mencionó el que no podían saber de “su verdad”. Respiró profundamente aún con los ojos cerrados mientras hablaba, agradeciendo internamente el que hubiera podido desviar el tema de su familia. – Cuando uno quiere algo siempre debe decir “Sí” o “No”. Si quieres que volemos entonces una de estas noches puedo llevarte a volar por ahí. – entreabrió sus ojos cambiando su sonrisa ladina por una un tanto más alegre y natural. Sonrisa que se borró cuando el otro indicó que admiraba el que se quisiera mucho. Por alguna razón le pareció un comentario un tanto melancólico. Dejó de mirar hacia afuera para sentarse en el marco de la ventana, dándole la espalda a la calle y, así, mirar al chico de ojos verdes más directamente. Alzó la mirada hasta el otro chico y antes de inquirir escuchó su otra pregunta.

- … … … ¿Ego? ¿Yo? ¡¡Debes estar bromeando!! ¡¡Kesesesese~!! – se carcajeó tan fuerte que se fue de espaldas hacia la calle… literalmente. Antes de caerse se transportó hacia la cama del cuarto, apareciendo sentado en el borde y mirando de frente al italiano - ¡¡El asombroso yo no tiene una pizca de ego!! Lo que pasa es que mi maravillosa persona sabe que es genial~ y es por eso que actúa como actúa. – sonrió, confiado, aunque en su interior se reprendía por ser tan mentiroso.

La verdadera razón de su aparente egolatría era que había tenido que crear esa faceta a la fuerza. Durante su tiempo la gente era demasiado religiosa y, para su mala suerte, había una cita de la biblia (más específicamente: Del libro del Apocalipsis) que siempre hacía que le trataran como a un fenómeno, como a un demonio.

Él siempre había sabido que aquella denominación no iba referida hacia él. Gilbert sabía que no era un demonio, él sabía que era especial, que era diferente por algo. Estos pensamientos fueron los que le impulsaron a repetirlo a diario, lo impulsaron a ejercitarse, a tratar siempre de sobresalir para demostrar que, a pesar de ser diferente, podía hacer lo mismo que los demás y hasta mejor. Llegó un momento en que, de verdad, se comenzó a creer el cuento y comenzó a usar aquello como un caparazón para evitar el intento de daño psicológico que se producía cuando le llamaban fenómeno o cosas así… Tampoco fue buena idea. En el ejército le tildaron de narcisista… aunque, sinceramente, poco le importó.

A gran velocidad regresó desde el mundo de su mente para mirar al Italiano – Oii, oii, tú tienes que comenzar a estimarte o si no nadie lo hará. Te lo digo por experiencia – sonrió y luego le miró más seriamente. Una gran pregunta había comenzado a carcomerle por dentro desde hacía escasos cinco minutos - … Y ahora me dirás algo que quiero saber… - le miró fijamente. Un tenso silencio se formó, tan tenso y denso que podía hasta cortarse con cuchillo. Y es que, aquella duda, había cobrado vital importancia. Tomó un poco de aire antes de hablar y pronunció - … ¿Qué es querer?

Efectivamente, así de mal estaba. En el abismo había aprendido diversos idiomas ya que las cadenas tenían la obligación de saber. Había aprendido también varios tipos de contrato y había aprendido a cambiar su cuerpo… el haber ingresado tanta información a su cerebro había hecho que mucha de la información básica se borrara. Es por eso que ahora estaba curioso y anonado. La palabra “querer” le sonaba, pero no la recordaba. Esperó con paciencia la respuesta e insistió - ¡¡Anda, Lovino!! ¡¿Qué es querer~?! – se le veía con los ánimos de un niño interesado en aprender más sobre las cosas de la vida.
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Mensaje por Lovino Vargas Mar Feb 15, 2011 1:46 pm

Aún apoyado en el marco de la ventana, sorprendido del frío que invadía con la brisa que entraba a la habitación; pero lo que lo sorprendió más fueron las palabras del mayor, que atropellaron las suyas luego de que terminara de hablar. “Si quieres que volemos entonces una de estas noches puedo llevarte a volar por ahí.”, aquella oración quedó dando vueltas en la cabeza del italiano por mucho rato. – Lo dices como si fuera lo más normal del mundo, Gilbert… – Rió suavemente luego de hablar, cerró sus ojos y lo meditó por un segundo, asintiendo con la cabeza. – Pero… Acepto. Quizás sea divertido volar una de estas noches… ¡Pero me dejas caer y te mato! – Era extraño, hablar de volar como si se tratara de un paseo común y corriente. “En fin, ya han ocurrido cosas más extrañas. Quizá esto sea una más.” Se dijo en su fuero interno.

Luego de haber preguntado lo anterior, con respecto al ego del albino, notó que éste mismo había cambiado su semblante a uno más serio… “¿Habré dicho algo malo?” se dijo nuevamente. Estuvo apunto de preguntarle en voz alta, pero no hizo falta ya que el humor del ajeno había regresado y con mayor intensidad al parecer; tanto así que vio cómo se iba a de espaldas. Abrió sus ojos con sorpresa, curiosamente lo veía caer casi en cámara lenta mientras Lovino se lanzaba al borde de la ventana, sujetándose en el mismo con la mano izquierda y alzándole la derecha. Notó que no alcanzaría a atraparlo y se angustió por un segundo. – G-GILBEEEE---- Ehh… ¿Eh? – No logró siquiera terminar de decir su nombre, en un abrir y cerrar de ojos el prusiano había desaparecido de su vista, quedando perplejo mientras veía la calle desde las alturas del edificio. – P-Pero… No entiendo… -Dijo aún asomado por la ventana, hasta que sus pensamientos fueron detenidos por la resaltante voz de… ¿Gilbert?. Dio media vuelta y se agarró del borde la ventana con ambas manos. Resulta que al parecer éste se había… Teletransportado o algo hasta quedar al frente del menor, siendo más exactos, se sentó en el borde de la cama; pero ésta quedaba a pocos centímetros de la ventana, por lo que era lo mismo. Una mezcla de sorpresa y miedo lo invadía por dentro. - ¿C-Cómo lo hiciste? – Parpadeó varias veces de la sorpresa, o al menos eso quería aparentar; porque la verdad es que estaba feliz de que no le hubiera pasado nada. – ¡P-Pero si estabas apunto de caerte! Vaya… Al parecer con esto des un ejemplo de tu “Maravillosa Persona”. - Rió entre dientes luego de decir aquello, confirmando el hecho de que la personalidad ególatra en Gilbert no le molestaba.

“Debería acostumbrarme desde ya a cosas de este tipo” se comentó, pero iba a ser difícil. Pasar de una vida monótona a una activa y llena de sorpresas iba a ser complejo, divertido, pero complejo. El rostro del italiano finalmente demostró su impresión de todo cuando empezó a hablar acerca de su autoestima. Frunció levemente su ceño, tratando de mostrarse sereno; aunque no tuvo los resultados que quiso, encogiéndose de hombros y desviando su rostro. – Yo sí me quiero… Sólo que no en exceso… No es como que me preocupe si le agrado al resto o no. Soy como soy, fin. – Escupió aquella mentira sin ningún asco, pero luego de un gran silencio suspiró y empezó a reflexionar aquello. – Como me explico… - Hizo una gran pausa, pensando en que decir; ya que ni siquiera él tenía claro que era lo que pensaba al respecto. Quizás esta era una buena oportunidad, ya que nunca se había dado el tiempo de hacerlo. - Sí, quizás tengas razón… -Alzó la vista hacia el mayor.- Quizás en realidad no me quiero, es más, quizás hasta me odie; pero no lo suficiente como para pensar acabar con mi vida o algo. Eso es ridículo… Y la verdad es que tampoco me preocupo mucho por mí mismo. Prefiero concentrarme y preocuparme en los demás que en mí, aunque no me importe la opinión del 50% de la gente o más… Es extraño, ¿No? – Preguntó con cierta ironía en su voz. En pocas palabras eso era lo que pensaba de sí mismo. Poco interés en él, como si se tratase de un objeto o algo; lo que, al parecer, tampoco le importaba. – Y no me gustaría seguir hablando de ello… A-Al menos que tengas algo más p-para agregar. – Aclaró con cierto temblor en su voz, dando por finalizado el tema.

Se puso a pensar en lo que dijo… “aunque no me importe la opinión del 50% de la gente o más”… Y luego lo sumó a lo último… “Y no me gustaría seguir hablando de ello… A-Al menos que tengas algo más p-para agregar.” … “¿No será que… Gilbert estará incluido en el 50% positivo? … Ya estoy pensando idioteces”. Luego de meditar aquello, rió suavemente, escuchándose casi como un murmullo.

Salió de sus pensamientos luego de que le preguntara, lo que éste consideraba, “su mayor duda”… Había que mencionar que por un segundo temió de su pregunta, hasta que finalmente la oyó con atención. ¿Era eso? … ¿Se asustó por eso? Pero lo peor era… - Es una broma ¿Cierto? ¿Me estás diciendo que en realidad no sabes que es “querer”? – Arqueó una ceja, como si estuviesen tomándole el pelo a Lovino. ¿Cómo era que no sabía eso? Podía entender que no entendiera algunas cosas de la época… ¿Pero algo tan cotidiano y que transcurre en el tiempo como “querer”? Una leve jaqueca lo invadió de a poco. No sabía por donde comenzar, porque la palabra “querer” tenía un amplio significado. El mayor empezó a actuar… Bueno, no tan “mayor”; podría decirse que actuaba como un niño pequeño, le trajo un leve recuerdo de su hermano, Feliciano, que cuando le preguntaba algo se desenvolvía con la misma energía e interés. Suspiró mientras trataba de encontrar un punto de partida a su respuesta.

- Veamos… Lo que me preguntas es bastante amplio… - Dijo cabizbajo, algo confundido aún, finalmente alzó su vista y siguió hablando. – ¿”Querer”? Este… Tú primero respóndeme: ¿A qué te refieres con “querer”? – Había pensado en millones de formas de explicarle, pero no tenía ni la menor idea de en qué contexto se estaba refiriendo el albino. Pero bueno, por algo había que comenzar. – Tu pequeña palabra, “querer”, tiene bastantes significados dependiendo de la situación… Puede referirse a “querer tener una cosa”, por ejemplo… -Señaló el collar del ajeno, usándolo como un ejemplo.- “Yo quiero esa cruz”, ése puede ser un uso; obviamente, si vas a decir algo así le agregas un “por favor” para no parecer un idiota maleducado. – Dijo sin ninguna expresión. – Ahora bien, el otro significado que posee es cuando ésta palabra, “querer”, quiere decir algo parecido a “amar”. – No tenía idea del porqué, aunque estuviera hablando completamente tranquilo y sin ninguna intención mas que la de explicar, sus rostro ganó cierto rubor. Aun así continuó. – E-Ése sería el caso de, por ejemplo, cuando dos personas se aprecian mucho y lo demuestran con un “Te quiero”. – Trató de relajarse y liberó una pequeña risa. – En italiano, aquella expresión sería “Ti amo”, o en tu caso en alemán, tengo entendido que es “Ich liebe dich”. – Dijo un tanto más alegre, esperando que con esos ejemplos haya podido concluir la “gran” duda de Gilbert. – Y bueno, no tiene mayor explicación, ¿Conforme?

Se levantó de donde estaba y acto seguido, se lanzó nuevamente a la cama acurrucándose en su lugar. Nunca pensó que también debía explicarle cosas de ésa naturaleza, llámese “palabras simples” en éste caso. ¿Por qué olvidó todo eso? ¿Sería prudente preguntarle el por qué? Decidió callarse hasta esperar que el otro respondiera o algo, o preguntara algo más. El menor no era de aleccionar ni explicar, a excepción de que de tratase de su hermano, pero curiosamente pensó que hacer todo esto… Era casi divertido. ¿Por qué últimamente estaban pasando cosas tan contradictorias a lo que pensaba? Y peor ¿Por qué las aguantaba?
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